La frase “me quiero ir” resume el primer pensamiento de un inmigrante, el impulso inicial. Pese a ello, en repetidas ocasiones, a la motivación primaria sigue una incapacidad para tomar decisiones en función de la salida. Privan el miedo a lo desconocido o, peor, la certeza de carecer de las habilidades y competencias indispensables para vivir y trabajar en el exterior.
Mitos y realidades sobre la emigración
A menudo, la emigración se vincula con mitos y falsedades que complican el proceso y en nada contribuyen a esclarecer las múltiples dudas de los indecisos.
Por supuesto, dejar una nación para establecerse en otra extranjera implica enormes desafíos; pero con planificación e información adecuada y oportuna resulta factible un plan de vida, trabajo y estudio en el exterior.
A continuación se relacionan once de esos mitos con sus correspondientes aclaratorias:
1. Entrar como turista es una vía rápida para emigrar
Falso. Emigrar como turista es ilegal y, por lo tanto, una opción desaconsejable. Quienes parten al exterior con una visa de visitante (de ordinario llamada visa de turista) se arriesgan a ser deportados tan pronto expire el lapso máximo autorizado para permanecer en el país.
Asimismo, ese tipo de visa no permite trabajar. Por consiguiente, si el extranjero ejerce alguna labor retribuida durante el periodo legal de visita extendido en el respectivo visado, incurrirá en un delito penado por las leyes de inmigración y castigado con cárcel y deportación.
En el supuesto negado de que un individuo logre emigrar sin la residencia permanente, su condición será de total desventaja frente a los nacionales y a los extranjeros con papeles. En efecto, tendrá que aceptar trabajos mal remunerados y llevar una vida en la clandestinidad.
2. Los estudiantes se pueden quedar indefinidamente
Falso. La visa estudiantil (así como el resto de los visados de residencia temporal o de no inmigración) se otorga a aquellos que desean cursar estudios a tiempo completo en una institución académica reconocida.
El solicitante ha de completar los currículos en el plazo autorizado y luego deberá salir del territorio, a menos que consiga con anticipación una modificación de su estatus legal.
Para la aprobación de una visa de estudios, se deben demostrar los vínculos firmes que obligan a regresar al país de procedencia y la posesión del dinero necesario para pagar los estudios.
Si se sospecha que el interesado desea emigrar, su visa puede ser rechazada o, incluso, él mismo se expone a ser devuelto en el puerto de entrada (aeropuerto o puesto fronterizo) por un oficial de inmigración, aunque tenga la visa oficial.
Por otro lado, a pesar de que los visados de estudios en países como Canadá y Australia permiten trabajar, el estudiante solo puede hacerlo a medio tiempo, mientras el curso esté en actividad; y a tiempo completo, durante el período de vacaciones académicas.
Por las razones anteriores, una visa de estudios representa un camino generalmente riesgoso para emigrar.
Sin embargo, se registran casos de alumnos extranjeros que terminan satisfactoriamente sus cursos y continúan con una pasantía laboral o consiguen trabajo a través del patrocinio de un empleador. En tales circunstancias, se solicita una visa de residencia temporal que reemplace a la de estudios.
Casi siempre, los estudiantes deben regresar a sus países de origen, mientras se aprueba su estatus legal como trabajadores temporales. No así en Canadá y Australia, donde es posible realizar el cambio sin salir del país.
En Canadá este proceso se basa en el Programa de la Experiencia Canadiense, mediante el cual se expide la visa de residencia a extranjeros graduados en una institución postsecundaria canadiense, con al menos un año de experiencia laboral calificada a tiempo completo en Canadá, la cual se posibilita al cumplir una pasantía laboral como parte de la oferta académica.
Aunque el Programa de la Experiencia Canadiense se considera un procedimiento excepcional, resulta válido y legal, para estudiantes internacionales que reúnan los requisitos, con el fin de lograr un estatus migratorio que conduzca a la residencia permanente en Canadá.
3. Vivir en un país en crisis facilitará la salida por medio del asilo político
Falso. El refugio y el asilo político se ofrecen a individuos que sufren persecución – por razones de raza, religión, afiliación política, nacionalidad o preferencia sexual – y pueden probar que su vida se halla en peligro verdadero e inminente.
El hecho de vivir con miedo o con restricciones económicas en el país de origen no es causa determinante para que la ayuda humanitaria sea concedida.
La amenaza real debe demostrarse mediante pruebas fidedignas, las cuales son celosamente examinadas por las autoridades de la nación receptora de la solicitud de asilo.
Innumerables peticiones de asilo político se rechazan porque carecen de fundamento y presentan inconsistencias en los expedientes. En consecuencia, esos solicitantes desaprobados deberán retornar a su país de procedencia.
Sin duda, el temor por la seguridad personal y la no visualización de un futuro promisorio constituyen poderosos motivadores de la migración, pero insuficientes para un intento de asilo. En esa situación, se exhorta a revisar en detalle lo referente a la inmigración calificada de Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
Para conocer más sobre la ayuda humanitaria, se aconseja leer “Refugio y asilo” en Estados Unidos, Canadá y Australia.
4. Se requiere mucho dinero para emigrar
Falso. Los países clásicos de recepción de extranjeros aspiran a que los inmigrantes de la categoría económica (es decir, quienes han sido seleccionados como trabajadores de profesiones y oficios) se sumen en breve a la productividad de la nación, ejerciendo los trabajos para los cuales están calificados.
Por este motivo, no se exige que los recién llegados posean cuantiosas sumas de dinero.
No obstante, será necesario demostrar fondos suficientes para costear la instalación en el país y los primeros meses de estadía, durante los cuales el inmigrante se encuentra en la búsqueda de empleo.
El monto varía según el país. En general, se estima una cantidad equivalente a tres o seis meses de estancia sin percibir un salario. El consejo de MeQuieroIr.com es tratar, en lo posible, de llevar el doble del dinero requerido.
Para tener una idea de cuánto cuesta este desplazamiento geográfico, se recomienda la lectura de las secciones “Costos por el procesamiento”, en Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y “Gastos de manutención”, en Canadá y Australia.
5. Emigrar es un asunto de jóvenes
Falso. Las naciones que promueven la entrada de inmigrantes en su territorio buscan extranjeros capacitados en profesiones u oficios de alta demanda, con experiencia laboral y manejo de lenguas extranjeras.
Estas aptitudes son propias de trabajadores de mediana edad. En Nueva Zelanda, por ejemplo, profesionales de cincuenta y hasta de cincuenta y cinco años tienen oportunidad de calificar para la llamada emigración económica (aquella que escoge a los aspirantes por sus competencias laborales).
Sin embargo, se dice, con razón, que el perfil ideal de un inmigrante se ubica en un rango etario de veinticinco y treinta y cinco años, puesto que la juventud aumenta la capacidad de adaptación al cambio.
Por ello, los jóvenes obtienen ventajas significativas en el proceso de selección conocido como “sistema de puntos” (en vigencia hoy en Canadá, Australia y Nueva Zelanda), conforme al cual los candidatos ganan puntos de acuerdo con ciertas características, competencias, habilidades o destrezas, que incluyen la edad.
No obstante, esos mismos métodos compensan ventajosamente a los participantes mayores, contando sus años de experiencia profesional para el puntaje final.
6. Es mejor emigrar soltero, porque con familia es muy difícil
Falso. La elección de inmigrantes calificados favorece a los solicitantes con cónyuge e hijos, pues se valora a la familia como un factor que ayuda a la integración social del nuevo inmigrante.
Se sabe que un soltero es más susceptible de sufrir los embates de la soledad y la nostalgia que, con frecuencia, enfrentan los recién llegados en la etapa inicial de la adaptación cultural.
Asimismo, un soltero deberá reunir por sí solo el total de los puntos de las competencias evaluadas para la emigración calificada. Cuando se migra en pareja, se suman los puntos de los dos postulantes.
Aquellos que eligen la provincia francófona de Quebec, en Canadá, también anotan puntos adicionales por cada hijo menor de trece años.
7. Para emigrar hay que ser un profesional universitario
Falso. Es posible emprender un proyecto de vida en el exterior con un diploma de estudios técnicos o con un oficio especializado.
De hecho, Australia, Canadá y Nueva Zelanda privilegian la recepción de inmigrantes con estudios y experiencia de trabajo en áreas técnicas.
Técnicos del área de la salud (como enfermeros, técnicos dentales, operadores de equipos médicos, etc.), técnicos en ingeniería y del área de la construcción (operadores de maquinarias y grúas, por ejemplo), mecánicos, electricistas, soldadores, albañiles, plomeros, carpinteros, mineros, chefs de cocina, ebanistas, cerrajeros, agricultores y trabajadores de granjas forman parte de los oficios especializados requeridos en Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
Australia enumera los empleos técnicos de alto valor en su Lista de ocupaciones a mediano y largo plazo. Nueva Zelanda, en tanto, elabora las Listas de Habilidades Esenciales en Demanda, con más de doscientas posibilidades, entre las cuales un elevado porcentaje corresponde al nivel de especialistas.
Por su parte, Canadá auspicia el Programa de inmigración de mano de obra calificada, que abre las puertas de esta gran nación a trabajadores de más de cuarenta oficios técnicos.
En todos los casos, existe una competencia laboral indispensable: hablar la lengua del país receptor. Debido a eso, siempre se aconseja aprender un idioma extranjero como primer paso para la inmigración.
8. Cualquier profesión es buena para emigrar
Falso. Dependiendo de la nación seleccionada, hay profesiones que no favorecen la migración o la obtención de un trabajo.
Quienes elijan Australia han de contar con acreditaciones y experiencia laboral en alguna de las que aparecen en la Lista de ocupaciones a mediano y largo plazo. De lo contrario, no podrán participar en su Programa de Inmigración Calificada.
De modo opuesto, la emigración a Nueva Zelanda se caracteriza por su apertura a profesionales de todos los campos. Pese a ello, hay oficios especificados como de alta demanda y esto indica que se favorece la inmigración de los que poseen las acreditaciones y la experiencia laboral para ejercerlos.
En Canadá, el sistema Entrada Exprés acepta también aspirantes de todas las profesiones, entre los cuales se selecciona según las necesidades económicas de la nación.
Como resultado de esas políticas, la ocupación es la piedra angular para la escogencia de inmigrantes en los destinos que reciben extranjeros, ya que en ellos se buscan trabajadores que se incorporen al mundo laboral sin demoras. En tal sentido, solo ocupaciones y profesiones específicas pueden empacarse en la maleta.
Por añadidura, existen ocupaciones protegidas por los colegios profesionales, que impiden su ejercicio a los extranjeros. Aquí entran, entre otros, los abogados, los médicos, los dentistas y, en conjunto, los profesionales de la salud.
A esos graduados se les exigen estudios adicionales o reválidas, que suelen ser costosas y difíciles de alcanzar.
Determinadas profesiones, en contraposición, facilitan la emigración. En esta línea se distinguen los ingenieros de distintas menciones o especialidades, los trabajadores de la construcción, los expertos en gas y petróleo, los consejeros en finanzas, los técnicos de la salud (como enfermeros y expertos en manejo de equipos médicos), los informáticos y especialistas en sistemas, entre otros.
Si alguien que practica una profesión excluida de la lista de empleos más buscados decide emigrar y le aprueban la visa, necesita flexibilidad y buena disposición para desempeñarse en áreas diferentes. Para ello, tendrá que ajustar su perfil y seguir cursos de especialización para conseguir un trabajo bien remunerado.
9. La adaptación al invierno representa el peor de los retos
Falso. Para mucha gente, sobrevivir al crudo invierno norteamericano o europeo es el principal desafío de un inmigrante, en particular si este proviene de una región de clima tropical.
Muy pronto el mito se desvanece cuando el extranjero conoce las bondades de la adecuada infraestructura, especialmente diseñada para ofrecer comodidad y protección a los ciudadanos durante los largos meses invernales.
Los inmigrantes se adaptan al frío haciendo suyos los hábitos y costumbres de los lugareños, aparte de ciertas astucias derivadas de sus propias habilidades para aceptar los cambios.
Al respecto, vale la pena leer las siguientes guías de inmigrante: Sobrevivir al invierno y aprender a disfrutarlo y Consejos para vestirse apropiadamente en el invierno.
10. Para emigrar es imprescindible contratar a un abogado
Falso. Los países clásicos de inmigración, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, seleccionan y reciben a los extranjeros por medio de procedimientos bien estructurados, claros y transparentes, que propician la tramitación directa, sin intermediarios.
Sin embargo, un sinnúmero de inmigrantes contrata servicios de asesores y abogados de inmigración para facilitar el proceso y evitar errores que podrían costarles tiempo y dinero. Además, desean sentir el respaldo de un profesional que defienda sus intereses ante las autoridades, por cualquier interpretación fallida del expediente migratorio.
Por otra parte, emigrar exige, de los interesados, disciplina, constancia y perseverancia, dadas las múltiples tareas que se llevan a cabo para alcanzar los objetivos: aprender idiomas, reunir documentos, presentar pruebas.
De forma que si, en ese largo y complejo recorrido, la constancia decae, el futuro inmigrante puede proseguir la marcha con la garantía de un experto en inmigración que lo acompañe hasta coronar la gestión.
11. Emigrar es la salida fácil
Falso. Emigrar entraña una decisión bastante difícil de afrontar, puesto que implica un cambio radical de vida, un volver a empezar.
En realidad, la inmigración conlleva riesgos demasiado grandes y extraordinarios sacrificios de tipo financiero, familiar, personal y hasta emocional.
Asimismo, obliga a efectuar un considerable número de tareas que continúan incluso en el nuevo país. Se comienza recabando documentos, reuniendo dinero, presentando pruebas, aprendiendo idiomas, eximiendo exámenes.
Una vez aprobada la visa, principia otra fase delicada y a veces estresante: separarse de familiares y amigos y preparar la mudanza internacional.
Más adelante, al llegar al destino, se enfrentan otros desafíos: la adaptación cultural, la búsqueda de trabajo o el cambio de oficio, el mejoramiento del idioma extranjero, la interacción con nuevos amigos y el dominio de distintas reglas de convivencia social.
En conclusión, emigrar es un proceso de altísima implicación individual, que exige disciplina, paciencia y organización.
Aparte, conviene concienciar que los auténticos retos de los inmigrantes – como antes se ha expuesto- tienen que ver con el aprendizaje y manejo de las lenguas foráneas, la consecución del empleo y la acomodación e integración a la cultura receptora.
La buena noticia reside en la factibilidad de alcanzar el objetivo con éxito y obtener importantes beneficios de la emigración, por medio de la preparación adecuada y la dedicación necesaria.
Al respecto, informar de manera conveniente es la meta hacia la que apunta MeQuieroIr.com. De ahí que sus contenidos se componen de comunicados, datos, consejos, manuales y testimonios útiles y oportunos, concebidos con esmero para orientar a los emigrantes que integran nuestra comunidad.
Igualmente, se invita a leer los Foros de discusión, puntos de encuentro para compartir experiencias y dudas sobre la emigración.
Por último, se recomienda la lectura de la sección de Testimoniales, para conocer las experiencias de otros que ya emprendieron la exploración de oportunidades de vida, trabajo y estudio en el exterior.