COVID-19 convierte el 2020 en el peor año para las remesas de los inmigrantes

Impacto del COVID-19 en las remesas que envían los inmigrantes.

A dos meses del inicio de las medidas de confinamiento para contrarrestar la pandemia del  Coronavirus, las remesas enviadas por los inmigrantes latinoamericanos a sus países de origen han empezado a verse negativamente impactadas y con ellas el sustento de millones de familias se encuentra en riesgo.

El año 2020 será el peor para las remesas de los inmigrantes

La pandemia del COVID-19 no ha afectado solamente la salud del planeta. Los temores de una recesión mundial se hacen cada vez más palpables y, como siempre, la realidad de las personas más vulnerables se complica.

Según las predicciones del Banco Mundial, 2020 será un año de reducción significativa, puede que hasta la mayor de la historia, de las remesas de los inmigrantes.

Las remesas son una fuente importante de ingreso (y en algunos casos, único sustento) para las familias de los inmigrantes en los países de origen y una razón determinante por la que muchos de ellos tomaron la decisión de partir de sus hogares en principio.

2020 caída dramática

En marzo pasado, al inicio del confinamiento, los envíos cayeron en 21,9% en República Dominicana, 15,5% en Honduras, 10,7% en El Salvador y 9,7% en Guatemala, según cifras del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericano reseñadas por BBC.

Existe el temor bien fundado de que una vez que se tengan cifras más actualizadas, el panorama será mucho más desolador. Los envíos a toda América Latina y el Caribe ya se han reducido en un 18%, pero el Banco Interamericano de Desarrollo predice que la cifra podría llegar a un 30%.

Para tener una idea de la proporción, en 2018, los inmigrantes y otros trabajadores enviaron unos 689.000 millones de dólares en remesas a escala mundial, según reseña The New York Times.

Para 2020, estaríamos hablando de una pérdida de más de 30.000 millones de dólares en América Latina, una región que recibió durante 2019 más de 103.000 millones de dólares bajo este concepto, según BBC.

Los más pobres, los más afectados

Aunque este problema ha tocado a todos los países que reciben remesas, algunos se verán más afectados que otros.

Haití, Venezuela y Nicaragua serán los más golpeados, pues aparte de que muchos de sus migrantes se encuentran en países desde donde actualmente no pueden enviar remesas, estas son parte esencial del PIB local de las naciones receptoras.

De igual manera, este impacto se mide en cada uno de los hogares que reciben esas remesas: cuanto más pobres, peor; pues estas constituyen una parte importante o prácticamente todo su ingreso.

Según cifras de la organización Oxfam, la pobreza podría aumentar en más del 10% como resultado de la reducción de las remesas durante la crisis.

De los hogares que reciben remesas, 28% afirma que son la única fuente de ingreso, y más de 30% señala que son muy importantes para su sustento. Según el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, el dinero proveniente de estas remesas se utiliza mayoritariamente para salud y manutención.

El acceso a la tecnología: un problema adicional

La mayor parte de las empresas a través de las cuales tradicionalmente se hacen envíos de remesas han debido cerrar sus oficinas por las medidas de distanciamiento social.

Y aunque algunos inmigrantes hacen transacciones electrónicas, no todos los beneficiarios en los países de origen tienen cuentas bancarias o acceso a internet (por no hablar de la imposibilidad total de recurrir a ese tipo de transacciones, como sucede con Venezuela).

La petición de algunos especialistas ha sido la de declarar los puntos de recepción de remesas como servicios esenciales, para garantizar que puedan abrir durante las semanas de aislamiento que todavía quedan por delante en distintos países de América Latina, los cuales se encuentran en una fase problemática de la pandemia.

Del lado de los inmigrantes, la pérdida de empleos durante la crisis también ha afectado su capacidad de enviar dinero.

Millones de trabajadores en Estados Unidos y otros países han sufrido reducciones de salario o perdido sus trabajos por completo, lo que en este momento les imposibilita enviar dinero a sus familias.

Estos trabajadores son también los más vulnerables en los países donde viven, pues la mayoría no tiene acceso a ninguna prestación o beneficio laboral, ni acceso a los cuidados de salud en caso de contagiarse o enfermarse.

Un llamamiento de la OIM

La Organización Internacional para las Migraciones se unió recientemente al llamamiento “Remesas en Crisis. Cómo mantener el flujo de las mismas”, que busca poner el foco de atención de la comunidad internacional sobre los efectos socioeconómicos asociados a la crisis sanitaria del COVID-19 y su impacto sobre las remesas y la situación financiera de los migrantes y sus familias en los países de origen.

Esta iniciativa, impulsada por Suiza y Reino Unido y con el apoyo del Banco Mundial, el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo de la Capitalización y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, entre otros organismos mundiales, destaca el efecto dominó de la pandemia sobre los flujos de remesas y las comunidades de origen, y propone medidas concretas que los gobiernos podrían tomar para aliviarlo.

Panorama al corto plazo

Aunque algunos países ya iniciaron sus medidas de desconfinamiento escalado, el panorama de las remesas se presenta sombrío.

Es probable que algunos inmigrantes que se han quedado sin trabajo intenten regresar a sus países de origen, en caso de no poder encontrar un nuevo empleo.

Todo indica que esta situación puede empeorar, ya que aún no se conocen las cifras a escala mundial. Los optimistas esperan una rápida recuperación económica post-desconfinamiento.

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Publicado el 26 de mayo de 2020.