Audelino Moreno, diseñador desde San Francisco, Estados Unidos

San Francisco

«Cada quien está en el derecho de buscar su felicidad donde crea que ésta pueda estar»

Profesión: Diseñador Gráfico y Comunicador Social.
Edad: 31 años.
Ciudad/ País de origen: Venezuela.
Fecha de salida: 10 de septiembre de 1998.
Ciudad/ País de destino: San Francisco, CA, Estados Unidos.

Testimonial de migración Audelino Moreno desde San Francisco, Estados Unidos

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Imagino que a muchas personas les llega un momento en sus vidas en el que se plantean interrogantes importantes acerca de cómo modificar su destino.

El mío llegó a los 26 años, cuando me di cuenta de que bien podía perpetuar por veinte años más el estilo que de vida que estaba llevando, a no ser que hiciese algo para remediarlo. No quería que mi mundo se limitara a un país, ni que el tiempo me dejase detenido.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Una vez que tuve la idea clara de que quería salir de Venezuela, al menos por un tiempo, vino la parte más difícil: buscar los recursos para realizar el proyecto. En primer lugar mi inglés era bastante pobre y además mi situación económica no me permitía pagar estudios en el exterior por mi cuenta.

Mi única opción real fue aplicar por un crédito educativo de Fundayacucho, el cual, afortunadamente, obtuve. Tengo que aclarar que el primer año en que apliqué no fui seleccionado, pero no perdí las esperanzas ni olvidé mi objetivo; por el contrario, convertí la frustración inicial en energía y volví a aplicar al año siguiente.

A la par, me puse a estudiar inglés, a ahorrar al máximo y a investigar qué escuelas en EE.UU. ofrecían lo que yo andaba buscando. No hay que desanimarse nunca porque las cosas no salgan como las planeamos al principio. En mi caso particular invertí el «extra-tiempo» que obtuve en terminar de definir mis objetivos.

¿Por qué seleccionaste San Francisco como ciudad de destino?

Estados Unidos siempre llamó mi atención como punto de destino porque sus industrias de diseño gráfico y publicidad son altamente sofisticadas, así que una vez que obtuve el crédito de Fundayacucho, comencé a aplicar en diferentes universidades de ese país.

Una de las pocas escuelas que ofrecen post-grados en diseño y publicidad queda ubicada en San Francisco y eso fue lo que determinó la ciudad de destino. Fundayacucho es una excelente vía para aquellos que buscan estudiar un postgrado en el exterior o emigrar en forma temporal.

El proceso de selección es rígido y complejo, pero es posible quedar seleccionado si uno se prepara con tiempo.

Conozco algunas personas que jugaron una estrategia «inversa», al aplicar de forma independiente a las universidades del exterior a las que querían ingresar para, posteriormente, presentar sus cartas de admisión en Funadayacucho.

El aval de haber sido aceptados en dichas universidades en forma previa, les sirvió de instrumento para recibir el crédito sin tener que presentar el examen de selección de rigor. No es un método seguro, pero vale la pena intentarlo.

Describe los primeros tiempos

Al principio todo es difícil. Yo sentí que había aterrizado en otro planeta y que me había metido en un problema más grande del que había previsto.

Quizás lo que más me afectó fue experimentar, de primera mano, lo que mi esposa bautizó como el «síndrome del amor no correspondido», que no es otra cosa que la ausencia de una correspondencia inmediata entre el gran interés que generalmente los latinoamericanos sentimos por la cultura norteamericana, en contraste con el escaso o inexistente interés que la cultura norteamericana siente por Latinoamérica.

Creo que todos los que nacimos en sociedades afectadas por la influencia cultural directa de Estados Unidos hemos, voluntaria o involuntariamente, asimilado ciertos iconos de la cultura norteamericana como parte de nuestra propia cultura.

Los nombres de cantantes, actores, artistas, o marcas provenientes de Estados Unidos nos son ampliamente familiares a los latinoamericanos, pero, al contrario, los valores y las manifestaciones culturales provenientes de Latinoamérica no son de conocimiento común en Estados Unidos, salvo por destacadas excepciones.

Este descubrimiento, a veces, resulta crudo y decepcionante, pero yo lo contrarrestaba haciéndole saber a cada amigo norteamericano las realidades positivas de nuestros países, invitándolos a escuchar nuestra música, o ver imágenes de nuestra cultura.

Mas de uno recibió un disco de los Amigos Invisibles. Es vital despojarse, en la medida de lo posible, de los prejuicios y estereotipos preconcebidos para adaptarse a un nueva cultura, cualquiera que esta sea.

Describe tu situación actual

Mi situación actual es sólo de transición, pues me regreso a Venezuela muy pronto. Ese es uno de los aspectos del contrato con Fundayacucho que cualquiera que esta interesado en aplicar debe conocer ampliamente.

El objetivo – justo por demás- de Fundayacucho es seleccionar un grupo de profesionales para capacitarlos en el exterior, de manera que éstos vuelvan al país para aportar nuevos conocimientos y contribuir al desarrollo de Venezuela.

Obviamente es muy duro despedirse de los privilegios y ventajas que ofrecen sociedades altamente desarrolladas como la norteamericana, una vez que uno se ha acostumbrado a éstos.

No creo que deba considerarse necesariamente a Fundayacucho como un puente para la emigración definitiva, si ese fuera el objetivo planteado.

A menos que se cuente con el capital necesario para cancelar la deuda (multiplicada por el doble del monto original) en un sólo pago y cancelar los compromisos adquiridos con Fundayacucho en el contrato de financiamiento, es imposible permanecer en el exterior.

Además, para estudiar con este tipo de financiamiento en EE.UU. se requiere un tipo de visa llamado J-1 que prohíbe trabajar en este país por al menos dos años después de haber completado el proceso académico.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

No, es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Todo lo bueno y todo lo malo que he vivido en esta experiencia ha sido fundamental para conocer mi motivación al logro y para ponderar de una forma más racional los obstáculos que surgen en el camino, sin tantos desplomes obsesivos o quejaderas limitantes.

¿Piensas volver a Venezuela?

Sí, en parte por obligación y en parte por convicción. Me ayuda el hecho de estar en Estados Unidos justo cuando este país atraviesa una de sus peores recesiones económicas en años, pues esta situación me ha enseñado que no hay lugares perfectos ni situaciones ideales.

Venezuela merece más de una oportunidad. Sin embargo, no cierro mis planes a una futura emigración a Estados Unidos o a cualquier otro país, en caso de que las condiciones de vida en Venezuela no sean mejores a las que tenía en Norteamérica.

Finalmente, cada quien está en el derecho de buscar su felicidad donde crea que ésta pueda estar. El problema de montarse en el tren de la emigración es que uno se encuentra continuamente fascinado por el proceso de cambio y, a veces, se disfruta más la travesía que el destino final.

Testimonio publicado al 17 de diciembre de 2001

 

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