José Esteban Montes, administrador desde Puerto Rico, Estados Unidos

Hormigueros, Puerto Rico

“Después de cinco años difíciles, he encontrado el sitio correcto”

Profesión: Gerente Administrativo y de Marketing
Edad: 32 años
Ciudad/ País de origen: Colombia.
Fecha de salida: mayo de 1998
Ciudad/ País de destino: Barcelona, España – Humacao, Puerto Rico, Estados Unidos.

Testimonial de migración José Esteban Montes desde Puerto Rico, Estados Unidos

¿Por qué te fuiste de Colombia?

Por la inseguridad, la violencia y, sobre todo, por la problemática del trabajo, aunque esto ya los colombianos lo sabemos.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Tener que emigrar primero y dejar a mi esposa y a mi hijo, porque no pude traerlos conmigo desde el primer momento. Así que me vine solo en lugar de esperar a reunir más dinero para salir todos juntos.

Fue una decisión muy difícil de tomar, que me llevó un largo tiempo, pues, además de dejar a toda la familia, a la que amo, a mi país le tengo, también, un gran amor.

¿Por qué seleccionaste el país o ciudad de destino?

Básicamente, mi mensaje aquí es más bien un alerta y una recomendación. Ahora vivo en Puerto Rico después de casi cinco años de residir en Barcelona, España, y, por fin, puedo decir que se me han abierto las puertas muy favorablemente, ya que Puerto Rico está respaldado por Estados Unidos y mantiene unas costumbres y riquezas latinas que me hacen sentir como en Colombia, amén de ofrecer muchas ayudas del gobierno.

Sin embargo, les quiero hablar sobre mi experiencia en España, la cual fue muy diferente de la que vivo ahora.

Ese fue mi primer lugar de destino porque no me pusieron muchas “trabas” para entrar, pues solo compré un pasaje a Madrid y de ahí caí en Barcelona, puesto que me la pintaban como una ciudad con muchas ventajas laborales. Además, allí hay una gran comunidad colombiana.

Describe los primeros tiempos

Antes de contar gran parte de lo que me ocurrió durante mi estancia en España (Barcelona) y para no abundar mucho, les recomiendo que lean el testimonio de Alberto Balaguer porque es muy cierto lo que él dice.

Mi adaptación fue algo buena, lo que pasó es que en España te discriminan y uno no llega a familiarizarse con la gente del todo. Por mi parte, a mí me costó. En cuanto al catalán, tuve muchos problemas, pero no por el idioma, sino por la misma gente, que se altera mucho si no hablas su lengua.

Cuando llegué, estaba en una situación irregular, ya que no tenía documentos legales para trabajar y, de verdad, tuve que vivir en el mismísimo infierno, por el discrimen.

Dependí de mis ahorros para pagar una habitación en un apartamento que compartía con tres muchachos, a los cuales no me adapté en nada, porque eran unos cochinos que no se bañaban y lo dejaban todo tirado y, para rematar, las peleas que me formaban porque yo gastaba mucha agua y me bañaba demasiado (¡por Dios!) y la factura del agua llegaba “cara”: unos 30 euros cada dos meses, divididos entre cuatro.

En general, creo que los españoles acostumbran a seguir esa rutina, pues el mal olor de las personas es insoportable, además del mal carácter que tienen, puesto que se alteran demasiado.

Si alguien te tropieza, no te pide “perdón” como en Colombia y te sonríe, no, te mira mal y te dice: “Estás ciego”, o te sale con alguna burrada. Es muy diferente de Latinoamérica. Al fin, conseguí los papeles cuando se presentó una oportunidad y escogieron a un grupo en el cual estaba yo, nos dieron un resguardo que tuve por casi un año y eso me permitió trabajar luego de estar luchando día y noche para conseguir un empleo aunque fuera ilegal (sin papeles).

Vine a parar, como todos, a un mísero bar como camarero, aguantando a los maleducados y tragándome el humo del cigarrillo, porque esa es otra cosa: nunca había conocido un país en el cual el que no fuma tiene que respetar al que fuma. Eso entre muchas cosas.

El problema del trabajo fue de mal a peor, pues me llegaron a rechazar en puestos que conocía y dominaba, solo porque buscaban a una chica, de 18 a 24 años, y alegaban que el trabajo administrativo no puede hacerlo un hombre sino una mujer.

Finalmente, esforzándome y buscando, encontré un trabajo “digno” y me traje a mi mujer y a mi hijo, aunque tuve problemas pues en España se trabaja con la mentalidad “hacer la jornada y ya”, con un tradicionalismo de únicamente trabajar tal y como lo tienen programado, como si tuvieran un manual de instrucciones en la cabeza y no usan el sentido común con los clientes.

Además, el concepto de atención al cliente no está fomentado. Por eso, a los empleados les importa un pito el cliente. Casi a los dos años de estar en España, nació mi otro hijo. Extrañamente, la mujer embarazada no tiene derechos en ese país. El embarazo es igual a enfermedad, pues no hay ayudas y encima las guarderías son una mafia (igual que el permiso de conducir, pero no quiero abundar en ese abuso).

Existen las guarderías públicas, pero tienes que cumplir con unos requisitos y, además, solo hay un cupo mínimo (ridículo): admiten unos siete niños en cada centro público por zona y solo son accesibles de 9 a. m. a 2 p. m. y de 4 a 7 p.m.

Si quieres horario completo, te cobran aparte y solo por la comida y los extras terminas pagando unos 350 euros al mes en la pública. Y no quiero ni contar los 500€ de la privada, o sea, un negociazo. Ya comprendo el porqué de la baja natalidad en España.

Imagínense con un apartamento que paga 400 euros y 400 más de guardería, quién puede ahorrar, comprarse una casa (ni te lo pienses) y encima con una burocracia tan tradicionalista y mala, aunque de eso me vine a dar cuenta cuando me fui de España y llegué a Puerto Rico por medio de unas amistades que conocí por internet y que me dieron la oportunidad de viajar para allá. Pero esta ya es otra historia.

Describe tu situación actual

Ahora nos encontramos en Puerto Rico, una isla en el Caribe que, a pesar de ser tan pequeña, tiene muchos adelantos y está muy desarrollada. Tuve mucha suerte de llegar aquí. Sé que muchos no pueden, pues la entrada es muy restringida por los Estados Unidos.

A diferencia de España, aquí no están con ese asunto de los papeles y todo eso, y la gente es diferente, se parece a la de Colombia. Además, las costumbres se asemejan y hay amabilidad. Tan pronto llegué, empecé a trabajar y pude traer a mi esposa y a mi hijo pequeño al mes de instalarme.

Es muy bueno el sistema de Puerto Rico, ya que las leyes se adjudican a Estados Unidos y ayudan al inmigrante y a todos. Poseen un sistema que se llama EEO (Equal Employee Opportunity), que regula a las empresas cuando contratan a alguien. En otras palabras, una compañía no puede exigir edad, sexo o cualquier otro requisito discriminatorio, como pasa mucho en España.

Asimismo, existe un programa muy bueno llamado “WIC”, que ayuda a la madre desde su embarazo hasta que el niño tiene cinco años. Los beneficios incluyen comidas, cereales, huevos, leche y muchos otros alimentos gratis.

En suma, una ayuda muy pero muy buena. Las guarderías se llaman aquí “head starts» y funcionan con el apoyo del gobierno. Se trata de unos centros de cuidado para el niño en los cuales no pagas nada y funcionan desde las 6:00 hasta las 19:00 (y pensar que en España me asaltaban con casi 500 euros mensuales por cuidar a mi hijo).

El sistema de trabajo está muy bien regulado y se trabaja, la mayoría de las veces, de 8 a. m. a 5 p. m. Los domingos todo permanece abierto, y lo mejor de todo es la gente. En 10 meses, he logrado en Puerto Rico lo que intenté hacer en España durante cinco años.

A veces, a mis paisanos no los entendía por las acciones que tomaban en España; pero es que el sistema te obliga a saltarte las normas y, por lo tanto, las empresas y comercios están en un mundo en donde el timo, el abuso, la falta de leyes, hacen que la sociedad no crezca social ni moralmente.

Por eso, digo que España tiene mucho que cambiar si quiere avanzar. Aquí en Humacao, Puerto Rico, podemos comprar una casa nueva y 30 veces mejor que en Barcelona.

No sé por qué en España para comprarse un apartamento viejo y pequeñito te cobran 200 y 300 mil euros, cuando aquí por mucho menos puedes tener tu casa grande pagando unos 80 ó 90 mil dólares aproximadamente, y cuando digo una casa grande es una de, por lo menos, 200 metros cuadrados. Por fin, puedo asegurar que, después de cinco años difíciles, he encontrado el sitio correcto.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

De la decisión de irme a España sí me arrepiento, pues, en realidad, pasé por lo que nunca había experimentado en mi país: discriminación y problemas de adaptación, entre otras cosas. Pienso que me hubiese gustado elegir Puerto Rico desde el primer momento o arriesgarme a irme a Estados Unidos.

Les deseo a todos esos colegas que se quieren ir a España que les sea fácil entrar. Pero les advierto que, aunque esta sea una nación desarrollada, no llena las expectativas de un latinoamericano en cuanto a sus costumbres, ya que las cosas no son tan fáciles, debido a la mala administración que hay en esa sociedad.

Les recomiendo que se vayan a Puerto Rico o Estados Unidos, que no cometan el error que yo cometí. Como dicen ellos mismos y me repitieron muchas veces en mi primer destino: “España para los españoles”. ¡Qué se queden con ella!

¿Piensas volver a Venezuela?

Por supuesto, ahora sí me planteo un regreso a mi país porque ya me puedo establecer y solidificar económicamente. Mis planes son fomentar un patrimonio fuerte en Puerto Rico para montar algo o comprar alguna propiedad y regresar a Colombia. Y aquí sí que se puede hacer realidad este proyecto de vida.

Testimonio publicado al 15 de enero de 2005

 

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