Cynthia Ríos, comunicadora, desde México

México

«Mi crecimiento en los últimos casi cuatro años ha sido exponencial, y no me arrepiento de haberme venido».

Profesión: Lic. en Comunicación Social
Edad: 31 años
Ciudad/ País de origen: Venezuela.
Fecha de salida: 7 de junio de 2003
Ciudad/ País de destino: México.

Testimonial de migración Cynthia Ríos, comunicadora, desde México

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Desde hacía varios años, por diversas razones, había considerado la idea de tener una experiencia en otro país, ya fuera por estudios o por trabajo. La opción llegó por la parte laboral, cuando, luego de algunos meses, la empresa para la cual trabajaba en Venezuela me ofreció un traslado a otro país: México.

En realidad, esta nación no era mi primera opción; pero, después de visitarla y evaluar la situación, decidí venirme a la ciudad más grande del mundo: Ciudad de México. Salí sola de Caracas, dejando a toda mi familia y amigos y emprendiendo la que ha sido hasta ahora la experiencia más enriquecedora de mi vida.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Recuerdo ese 7 de junio con varios sentimientos. Mi mejor amiga se iba ese mismo día a vivir a Austria (por cosas del destino, nos tocó a ambas dejar nuestra tierra, el país en el que habíamos crecido juntas, en la misma fecha).

Nuestras familias estaban con nosotras y recuerdo el dolor al pisar el avión y despedirme de todos. Eso fue lo más difícil, ya que, pese a tener la estabilidad de un empleo en otro país, llegas sin conocer a nadie y no cuentas con ese hombro o mano que cada noche te da apoyo.

En verdad, separarme de mi familia fue lo más difícil, especialmente porque fui la primera que decidía irse. Los pros han sido muchos; pero es necesario que pase el tiempo para que una pueda verlos y darse cuenta de cuánta suerte se tuvo.

Lo mejor que me ocurrió por venirme a México fue conocer a quien hoy es mi esposo, un venezolano con cinco años de residente acá y al cual, por destino quizás, me presentó un amigo justo antes de salir a vivir en México. Su presencia fue una constante desde que llegué a este país, al punto que ya tenemos más de un año de casados y casi cuatro juntos.

En efecto, la experiencia mexicana al principio fue muy retadora en el nivel personal, porque pasé de vivir con mis padres a tener mi propia casa, espacio y decisiones que tomar. Mi crecimiento en los últimos casi cuatro años ha sido exponencial, y no me arrepiento de haberme venido.

La experiencia de conocer otra cultura te ayuda a apreciar más la tuya. Disfrutas las pequeñas cosas que antes dabas por sentadas: un cafecito en la panadería, la comida de tu mamá, los juegos con los sobrinos, la música de tu país.

Yo, particularmente, extraño el cielo y el Ávila que veía desde mi casa, pero también añoro a mi familia y a mis amigos, aunque muchos de ellos están fuera de Venezuela o incluso de Caracas.

Es realmente difícil dar ese paso y dejar atrás tu infancia, tu adolescencia, tu gente y llevártelo todo en tu corazón y tus recuerdos; sin embargo, estas experiencias son las que te cambian la vida.

¿Por qué seleccionaste México como país destino?

En verdad, no lo seleccioné, simplemente se presentó la oportunidad con el traslado y, al tratarse de un país de Latinoamérica que me ofrecía una experiencia diferente, decidí probar suerte.

El haber conocido a mi esposo, quien ya tenía cinco años acá, me sirvió mucho para facilitar mi proceso de adaptación, puesto que él conocía de trámites, tipo de vida e idiosincrasia de México, lo cual me permitió entender rápidamente que era yo quien debía adaptarse y moldearse a la cultura del país.

Describe los primeros tiempos

Recuerdo que yo llegué un sábado por la noche y el siguiente lunes debía presentarme a trabajar. Esto me ayudó mucho, ya que no me dio tiempo de deprimirme en casa. Al principio fue muy duro llegar al apartamento sola, después de más de 27 años viviendo con mi familia y viendo a mis sobrinos casi todos los días.

Reconozco que la adaptación laboral fue bastante fácil, puesto que las personas de la oficina estaban muy dispuestas a apoyarme y, al conocer la cultura corporativa de la empresa, todo lo laboral se facilitó. Como dije antes, mi mayor crecimiento y cambio ocurrió en el ámbito personal.

Aprendí a estar sola, a tener mi espacio y mi tiempo, a reflexionar y analizar las situaciones y a disfrutar de esos momentos de soledad. Sí hubo días, sobre todo los fines de semana, que era muy duro no tener la vida social a la que estaba acostumbrada en Caracas.

Gracias a Dios, al poco tiempo de estar acá, comencé mi relación con mi hoy esposo y, con su apoyo, el proceso de ajuste fue mucho más rápido. Además, busqué actividades extras, como cursos de idiomas y similares, para conocer a otras personas y mantener ocupado mi tiempo libre.

México es un país lleno de tradiciones y con una hermosa cultura. Los primeros meses disfruté de todas las actividades culturales posibles: teatros, conciertos, museos y días especiales para los mexicanos, como el Día de Muertos y el Día de la Independencia.

En estos casi cuatro años, jamás he sentido ningún tipo de rechazo por ser extranjera. Al contrario, en la actualidad cuento con buenos amigos de quienes he aprendido la idiosincrasia del mexicano y a quienes he tratado de mostrar la cultura y tradiciones de mi país.

Lo mejor de todo es ese intercambio cultural que podemos compartir.

Describe tu situación actual

Hoy en día trabajo en otra empresa con responsabilidad para Latinoamérica. Mi esposo y yo estamos muy contentos con nuestra vida en México. Las oportunidades y el crecimiento laboral han sido excelentes para ambos, en los últimos dos años.

Nos encontramos muy satisfechos en nuestros trabajos y cada día mejor en nuestra vida personal. Seguimos extrañando a la familia; pero comenzamos a formar la nuestra en México y mantenemos el contacto cercano con los familiares.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

No me arrepiento en ningún momento. Hay situaciones en las que duele mucho estar lejos, mas todo amerita un sacrificio y el mío es estar lejos de mi familia, a quien tanto quiero.

Lo que haría diferente sería averiguar un poco más sobre las limitaciones que se afrontan como extranjero en otro país y según los diferentes tipos de visas existentes. De resto, creo que todo lo repetiría igual, ya que las vivencias de estos casi cuatro años me han cambiado e influenciado hasta hacer de mí una mejor persona.

¿Piensas volver a Venezuela?

Muchas veces mi esposo y yo, por ser los dos venezolanos, hablamos de la opción de regresar a nuestra tierra. Sin embargo, por otro lado, consideramos que actualmente no es la mejor época para hacerlo, y menos al analizar que aquí en México nos va muy bien.

En ocasiones, pensamos más bien en emigrar a otro lugar, sin embargo, por ahora estamos cómodos y contentos en México. En cualquier caso, cuando una sale de su país, se da cuenta de que a donde vaya llevará todo en el corazón. Así, pues, no importa a donde nos lleve la vida, sino lo que hagamos con esas experiencias.

Testimonio publicado al 09 de abril de 2007

 

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