¿Cuánto hay que abrigar a un niño en invierno? ¿Es más importante la bufanda que los guantes? ¿Cómo saber si el bebé tiene frío o está demasiado abrigado? ¿Cuánto tiempo puede jugar un niño a la intemperie en pleno invierno?
Todo lo que necesitas saber para cuidar y abrigar a tus hijos en invierno
Como las anteriores, son numerosas las preguntas que se hacen los padres cuando llega el invierno. En especial, los inmigrantes que experimentan por primera vez los rigores de la estación.
Para despejar esas y otras dudas, ofrecemos esta guía sencilla para vestir a los niños y saber cuáles cuidados prodigarles durante el invierno.
Guía de inmigrantes: recomendaciones para vestir abrigadamente a los niños durante la estación invernal:
Respetar la regla de las capas
La técnica fundamental a la hora de vestirse en invierno consiste en ponerse la ropa en capas. Como mínimo en tres: una ajustada al cuerpo, la segunda más suelta y la tercera, una talla más grande de lo habitual y fabricada con materiales impermeables.
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Al vestir a los niños debe seguirse esa regla de oro. Es más, se sugiere que los bebés menores de nueve meses – a diferencia de los adultos – porten una capa adicional de ropa.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchos de ellos van dentro de un cochecito y, por lo tanto, no padecen los rigores del factor viento. En esa condición, debe evitarse el exceso de ropa que genere demasiado calor corporal.
Si, por el contrario, el bebé es transportado en “canguro”, conviene abrigar muy bien las extremidades y la cabeza.
Los niños que caminan deben llevar el mismo número de capas de ropa que los mayores. Existe la tendencia de los padres a cubrir con exceso de prendas a los hijos, olvidando que estos son más activos que ellos y terminan transpirando, lo cual puede resultar desfavorable.
Proteger la cabeza y las extremidades durante el invierno
Al igual que en los adultos, las extremidades son las áreas más sensibles de los muchachos ante las bajas temperaturas, ya que por ellas se escapa con facilidad el calor corporal. Las orejas, la nariz, las manos y los pies suelen enfriarse más rápido.
Por estas razones, se sugiere proteger a los pequeños con un gorro que cubra las orejas, guantes, unas buenas medias y calzado apropiado para el invierno. Además, tener la boca y la garganta descubiertas se asocia de ordinario con la idea de “coger un resfriado”.
El principio parece lógico, pues los bronquios pueden irritarse si entra aire frío a los pulmones. Así que el atuendo ha de acompañarse con un buen cubrecuello.
Elegir prendas prácticas
No es un secreto que los padres disfrutan vistiendo a sus hijos, especialmente a los más pequeños. No obstante, si se trata de ropa de invierno, que puede ser costosa, la situación cambia.
En particular, cuando se es inmigrante recién llegado y se dispone de un presupuesto limitado. Importan, entonces, las prendas prácticas, que abriguen apropiadamente a los pequeños y que sean tan funcionales que puedan lucirse en varias ocasiones.
Algunas piezas básicas para niños respetan el principio de la funcionalidad y esas son las que deben escogerse. Por ejemplo, se sugieren las chaquetas impermeables que permiten asegurar los guantes – para que el niño no los pierda – al borde de la manga, con broches de presión y cintas.
Adquirir gorros con orejeras es mejor que adquirir ambas piezas por separado. La bufanda, artículo esencial para cubrir la nariz y la boca a fin de que «caliente» el aire inhalado, puede ser sustituida por un cuello. Con esto se evita que el niño pierda la pieza o que la prenda se enrede. En ciertos casos, los gorros tipo pasamontañas se consideran útiles, pues protegen la cara, las orejas y el cuello con una sola pieza.
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Verificar la temperatura del niño
Una muestra de sentido común consiste en tocar con regularidad a los niños para comprobar la temperatura corporal. Este consejo simple es de suma importancia para los bebés menores de doce meses, quienes guardan el calor con mayor dificultad.
Debe palparse la piel del chiquillo a la altura del pecho: si está fría, se agrega una capa más de vestimenta o una manta.
Hay que desconfiar de la temperatura de las manos para realizar la revisión, dado que las extremidades se enfrían más rápido que el resto del cuerpo. De igual forma, recuérdese que es normal que los bebés a menudo tengan las manos frías.
Cuando un niño ha estado expuesto al frío intenso por más de una hora, la piel debe examinarse para detectar cualquier signo revelador de congelación. Las manchas rojas son el primer llamado de alerta.
Si la piel presenta parches blancos y entumecidos, se está ante una congelación progresiva. En esas circunstancias, los menores deben ser llevados de inmediato a un ambiente cálido.
Su ropa se ha de cambiar por una muda seca y cálida, y envolverlos en una manta. No deben frotarse las lesiones de la piel y lo preferible es que el cuerpo se vaya calentando poco a poco.
También puede suceder que el pequeño esté excesivamente abrigado y comience a experimentar una hipertermia. Esto es bastante frecuente en los bebés. Si el menor está demasiado caliente mostrará uno o más de estos síntomas:
- sudoración excesiva, la piel húmeda y el cabello mojado;
- aparición de un ligero sarpullido causado por el calor;
- respiración rápida con agitación y
- fiebre.
Al presentarse cualquiera de ellos, se sustituyen las prendas de ropa húmedas y se elimina una capa de vestimenta para impedir que la situación se repita. Además, se aconseja hidratar al pequeño.
Por último se verifica la calefacción, porque, tal vez, la habitación requiera una regulación de la temperatura. Si se dificulta la medición, se cuelga un termómetro cerca de la cuna para cerciorarse de que el cuarto se mantenga alrededor de los 20°C durante el día.
Consejos generales para el cuidado de bebés y niños durante el invierno
Impedir los cambios bruscos de temperatura
Es un error mantener la habitación del bebé más caliente que el resto de la casa. Lo ideal es una temperatura promedio en toda la vivienda y abrigar correctamente al menor. Se recomienda en el día una temperatura entre los 20 y 21° C. De este modo, el pequeño no pasará de un medio muy regulado en el hogar a uno exterior excesivamente frío.
Evitar que la calefacción reseque el aire
Si esto sucede, se instala un humidificador en la habitación del bebé. Así, sus vías respiratorias permanecerán bien hidratadas y dormirá sin perturbación.
Desconfiar del mito de sacar a los niños al frío para crear defensas
En realidad, la manera más efectiva para proveer anticuerpos es una correcta alimentación. Sin embargo, familiarizar a los pequeños con el ambiente exterior invernal es aconsejable para que aprendan a desarrollar destrezas que les serán útiles, como caminar sobre la nieve o deslizarse sobre superficies congeladas.
Descartar la ropa demasiado gruesa cuando el menor va a ser transportado en la silla especial para el carro o auto
Para proteger con eficacia al pequeño en un accidente, los tirantes de su asiento han de ajustarse adecuadamente. En tal sentido, debe vestirse al bebé con prendas ligeras que permitan que las correas de seguridad pasen entre las piernas y los hombros.
A tal efecto, se adecua la longitud de la correa, dependiendo del grosor de la ropa. Si es necesario, una vez que el niño esté seguro, se le cubre con una pequeña manta, que vaya por encima de las correas, no por debajo.
Impedir la deshidratación de la piel de los niños, sobre todo de los bebés
Muchas cremas, lociones o geles están diseñados para el cuidado de la piel frágil de los más pequeños. Por eso, es beneficioso el hábito de aplicar crema hidratante en las áreas expuestas (cara, manos, labios) antes de salir. Además, se aconseja llevar un pequeño tubo de crema en la bolsa de mano, para humectar la piel durante el día, en caso de necesidad.
Eliminar los baños frecuentes y demasiado prolongados durante los meses de invierno
El exceso de agua y jabón resecan la piel del bebé y el agua muy caliente favorece la aparición de placas secas. Se aconseja un baño al día, con agua tibia, utilizando champú y jabón delicados. Al finalizar, se envuelve al bebé en una toalla limpia, se seca de prisa sin frotarlo y se le aplica crema hidratante en todo el cuerpo antes de vestirlo.
Evitar largas exposiciones al frío
En general, el tiempo de exposición dependerá de la edad del menor y de la temperatura ambiental. Cuando esta (incluyendo el enfriamiento por el factor viento) alcanza la marca -25° C, no se debe dejar que los niños jueguen al aire libre.
Bajo esas condiciones climáticas, la piel se congela con rapidez. Los niños que ya caminan pueden permanecer más tiempo al aire libre, pues la actividad física (correr, saltar, jugar con otros niños) los mantendrá en calor.
Por supuesto, hay que cuidar que estén bien hidratados y sustituir la primera capa de ropa que, de seguro, estará húmeda, por prendas secas, una vez terminada la faena.
Con los bebés se extreman los cuidados
De manera que, cuando son transportados en una silla de paseo o cochecito, no se mueven en absoluto y, por ende, su cuerpo se enfriará más rápido que el de sus padres. De ahí que, para saber cuándo el paseo ha sido demasiado largo, se necesita estar atento al comportamiento del niño.
Si parece feliz al principio y luego se agita o se pone de mal humor, sin duda es hora de regresar. También es un buen momento para controlar su temperatura corporal con el método antes explicado: tocar la piel a la altura del pecho. Por añadidura, llevar una manta extra siempre será apropiado.
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