José Ramos, asesor financiero, desde Montreal, Canadá

José Ramos

«Es posible alcanzar metas altas en una sociedad de acogida, sin importar la nación de origen ni la edad ni la formación de base».

Profesión: economista
Edad: 42 años
Ciudad/ País de origen: Tucupido, estado Guárico, Venezuela
Fecha de salida: noviembre de 2005
Ciudad/ País de destino: Montreal, Canadá

Testimonial de migración José Ramos, testimonio desde Montreal, Canadá

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Mi esposa, Blanca Stella, y yo partimos en la búsqueda de una mejor calidad de vida y de seguridad y protección para nuestros dos hijos. A pesar de que estábamos contentos con los logros materiales alcanzados en Venezuela, nos sentíamos inseguros y nos preocupaba el futuro de Alejandro, doce años; y de Éukaris, diez años.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Dejar a la familia, a los amigos y mi trabajo como consultor, en el área de ventas, en una empresa del sector de alimentos. En particular, nos dolió abandonar nuestras familias y el círculo de amigos. Con ellos celebrábamos fiestas y reuniones que constituían una parte importante de la vida familiar.

Recuerdo esa época con profunda añoranza, pese a que reconozco que aquí tenemos muy buenos amigos y disfruto de más tiempo libre para dedicárselo a ellos y a mi familia. De hecho, en Canadá el espacio de la familia se respeta.

En Venezuela, en cambio, hay que bregar mucho para asegurar una mediana calidad de vida y se dispone de poco tiempo para el esparcimiento familiar. Cuando pienso en mis últimos años en mi patria, añoro a los familiares y a los amigos que me despidieron; pero me veo a mí mismo trabajando con empeño y tratando de compartir con ellos los escasos ratos que me quedaban.

En realidad, resultaba cuesta arriba equilibrar el binomio trabajo-familia en mi país. Tal vez eso explica por qué no me gusta la persona en que me había convertido. Hace poco, mi esposa me dijo que ahora soy un hombre mucho mejor que aquel de Venezuela.

Supongo que esa transformación tiene mucho que ver con la calidad de vida que hemos logrado al emigrar.

¿Por qué seleccionaste Montreal como ciudad de destino?

Porque mi hermana tenía dos años instalada en Montreal y me había hablado muy bien de las facilidades de vivir en una ciudad como esta. Me pareció una ventaja adicional contar con un miembro tan cercano de mi familia en el mismo lugar.

Además, había investigado y sabía que Quebec se destaca por los beneficios sociales que ofrece a la familia y en especial a los recién llegados. Desde mi punto de vista, es la mejor provincia canadiense para vivir en familia.

Aquí hay calidad de vida, respeto por el tiempo libre para compartir con los hijos, una buena infraestructura de servicios de esparcimiento al aire libre y excelentes parques naturales para el disfrute de los niños. En síntesis, muchas ventajas encontré en Quebec para la crianza y desarrollo de mis dos hijos.

Describe los primeros tiempos

Llegamos en pleno invierno, en noviembre del 2005. Fue un inicio bastante duro. También vivimos las dificultades de la adaptación, porque no contábamos con un nivel idiomático suficiente para insertarnos de inmediato en el mercado laboral.

Afortunadamente, mi esposa y yo nos inscribimos en el programa de enseñanza de la lengua francesa que administra el gobierno de Quebec, llamado comúnmente “francisation”. Nos dedicamos un año completo al estudio del francés.

Después tomamos cursos para mejorar nuestro inglés, dada la importancia de ambos idiomas para trabajar en esta región. Durante ese tiempo, tuve la flexibilidad y la capacidad de adaptación idóneas para aceptar trabajos de supervivencia mientras seguía mis estudios de idiomas. Me desempeñé en tareas de mantenimiento y limpieza, así como en la descarga de contenedores de mercancía.

Llegaba de mis labores a las dos de la madrugada y comenzaba a estudiar a las ocho de la mañana. Las ayudas sociales del gobierno de Quebec nos respaldaron siempre. Recibimos, por igual, la colaboración de diferentes comunidades organizadas e instituciones como “L’Armée du Salut au Canada”.

Poco a poco nos instalamos. Incluso equipamos el apartamento con muebles y artefactos eléctricos usados, provenientes de centros especializados en la redistribución de enseres para segundo uso. Sin duda, tiempos duros; pero, al mismo tiempo, llenos de experiencias importantes que, hoy en día, mi esposa y yo agradecemos como aprendizajes que favorecieron nuestra calidad de vida. Mejoramos, por ejemplo, la administración del presupuesto familiar.

Aprendimos, asimismo, a deslastrarnos de ciertos patrones de consumo típicamente venezolanos que en nada hubieran contribuido a la protección de nuestro capital de reserva. En verdad, vinimos dispuestos a arrancar de cero. Fue una determinación que tomamos para resguardar nuestros ahorros.

Aceptar las ayudas sociales que el sistema brinda es una decisión personal y totalmente válida. No es el único camino que existe, fue sencillamente el que escogimos para transitar. La necesidad de acceder al mercado de trabajo profesional y de integrarnos rápidamente a la sociedad que nos acogía fueron incentivos poderosos para vivir con ánimo y ahínco esa etapa del proceso de inmigración.

A finales del año 2007, se me presentó una oportunidad de empleo profesional y la tomé: Sun Life. A través de una amiga, también inmigrante venezolana, Yajaira López, que en ese momento era consejera financiera, conseguí una entrevista con un director de esa importante compañía de seguros y planificación financiera.

En un francés muy mediocre le dije: “Denme una oportunidad”, y me la dieron. Muy pronto supe que la oportunidad exigía la obtención de la certificación del organismo regulador del mercado financiero en Quebec y aprobar seis exámenes en francés, para luego tener el derecho a una pasantía en Sun Life. Sin embargo, en primer lugar, debía aprobar un test psicotécnico. Lo presenté y, al día siguiente, me llamaron de la empresa.

El director que me había entrevistado inicialmente se expresó así: “Si tú eres la mitad de lo que me revela el resultado de tu examen, tengo ante mí a un gran prospecto”. Yo había alcanzado el mayor puntaje posible. Un tiempo después, pasé -en el primer intento- los seis exámenes de materia financiera. Comencé en Sun Life como asesor en seguridad financiera en mayo del 2008, con el reto de formar mi propia cartera de clientes.

A los cuarenta y cinco días, tenía mis primeros treinta clientes y conseguí mi primer reconocimiento: “Départ en flèches” (Rápido inicio). Treinta días más tarde, me recompensaron con la distinción de “Succès continu” (Éxito continuo), que jamás nadie había obtenido en ese centro financiero.

Luego de casi tres años en Sun Life, he reunido varios reconocimientos por mis buenos resultados en el área de planificación financiera: Campaña de otoño 2008, Campaña de primavera 2009, Campaña de verano 2009, Campaña de otoño 2009, Campaña de primavera 2010, Campaña de verano 2010, Campaña de otoño 2010.

Igualmente, me otorgaron el Recrutement de l’année 2009, un premio muy importante porque se le concede al mejor asesor financiero con menos de cinco años de carrera. Adicionalmente, el año pasado, me distinguieron con “L’etoile de la region de Québec”, destinada a un empleado de la compañía, de cualquier nivel y área y de cualquier centro financiero de la provincia, por su excelente rendimiento.

Cada centro financiero postula a un candidato y hay un comité evaluador que elige al mejor. Me siento feliz con los logros obtenidos. Mis hijos atesoran las fotos con cada uno de esos premios. De hecho, mi desempeño constituye un motivo de satisfacción para toda mi familia.

Describe tu situación actual

Estamos muy contentos con la calidad de vida que hemos alcanzado. Vivimos en Saint Hubert, en la conocida ribera sur de la ciudad de Montreal, una zona residencial, bella, tranquila y segura, compuesta por buenos vecinos y plena de servicios públicos óptimos, entre los cuales destaco el excelente transporte público.

Nos sentimos protegidos, sin nada que temer. La educación de mis hijos es esmerada. Ambos son bilingües. Estudian en colegios públicos francófonos y no han perdido el español, a pesar de que cuando llegaron a Canadá tenían siete y cinco años, respectivamente.

Además, ya están aprendiendo inglés. Reconocemos lo valioso de garantizarles a los hijos los conocimientos idiomáticos que los convertirán en profesionales altamente competitivos. Por esa razón, nos esforzamos para que ellos dominen el español.

A la par, enfatizamos en la enseñanza de la cultura y las costumbres venezolanas. Alejandro, mi hijo mayor, toca el cuatro y prefiere las composiciones venezolanas y ritmos propios de nuestra tierra, como las tonadas, los valses y los pasajes criollos. La educación pública canadiense se caracteriza por sus buenos estándares y su orientación hacia la formación de seres humanos independientes, con criterios propios y sensibilidad social.

En la escuela se respeta el tiempo destinado a la vida familiar. Los niños hacen las tareas durante las horas escolares. De esta manera, al salir, pueden llevar a cabo actividades deportivas y culturales o, simplemente, compartir con los padres.

En la escuela pública donde estudia Alejandro, existe un programa especial de formación internacional. Aparte de la educación de primer nivel que recibe, forma parte de un grupo denominado “Los cadetes del aire”, que ofrece una instrucción extraacadémica gratuita con énfasis en la disciplina militar. Dentro de esta planificación, lo preparan en oratoria, practica deportes y se involucra en acciones de voluntariado comunitario.

Asimismo, desarrolla competencias de liderazgo y le enseñan a ser independiente. Éukaris, además de sus estudios formales, participa en actividades de gimnasia y de música, también gratuitas. Mi esposa Blanca Stella actualmente se desempeña como mi asistente administrativa en Sun Life. Gracias a ella he podido desenvolverme muy bien. Ella planifica mi agenda diaria y lleva todo el control de los asuntos administrativos de mi cartera de clientes.

Por mi parte, además de mi trabajo como asesor en seguridad financiera en Sun Life, he asumido el rol de ayudar a los inmigrantes recién llegados. Creo que mi experiencia puede servir a otros, mostrándoles las mejores prácticas e identificando los errores comunes.

Pienso que la información y la experiencia que uno ha acumulado en cinco años pueden ser de gran valor para ellos, mientras que, para mí, significan un gusto y casi un deber divulgarlas entre aquellos que quieran escucharlas. Igualmente, me involucro en las actividades culturales de la comunidad venezolana.

Una de las actividades en la que he participado y que me llena de mucha satisfacción es estar en la organización de una fiesta de Navidad de carácter familiar que denominamos “La Parrandita Navideña”, hasta la fecha con cinco ediciones continuas, además hemos realizado diferentes programas culturales con el fin de proyectar nuestros valores y costumbres venezolanos a nuestra comunidad y en especial a nuestros hijos.

Por interés personal, apoyo y dirijo un grupo de gaitas de venezolanos residentes en Montreal; colaboro en la dirección de un coro de aguinaldos, formado por doce músicos de mi país; y, eventualmente, patrocino conciertos de artistas venezolanos reconocidos.

Me agrada participar en ese tipo de actividades con el objetivo de impulsar y estimular el encuentro de los venezolanos establecidos en Montreal. Resulta una manera alegre y divertida de preservar nuestra identidad cultural y, al mismo tiempo, de dar la bienvenida a los nuevos venezolanos que emigran.

No es igual llegar como inmigrante solo y sin amigos, que contar con una comunidad organizada de compatriotas que puede, en determinados momentos, acoger y ayudar con consejos e información útil. Por añadidura, soy miembro activo de la “Cámara de Comercio Latinoamericana de Quebec”, que agrupa a profesionales y empresarios quebequenses de origen latinoamericano, con vistas a reforzar su integración y contribución en el ámbito socioeconómico de Montreal y de la provincia de Quebec, en general.

Actualmente soy miembro fundador del Carrefour Latinoamericano de Quebec, organismo que tiene como fin de apoyar a la enorme comunidad Latinoamericana que hacen vida en Quebec en las áreas de educación, salud, empleo etc. Con enorme emoción, comento que, en noviembre del 2010, me sorprendieron con dos maravillosos reconocimientos de esta sociedad de puertas abiertas que me albergó.

El primero de ellos se llama “Semillas en buena tierra”, otorgado por la organización “Reconstruyendo mi Vida”, sobre la base de una propuesta presentada por miembros de la comunidad. Este homenaje va dirigido a aquellas personas que se han destacado positivamente fuera de su país de origen, hasta constituirse en fuente de inspiración y ejemplo. El premio se entrega todos los años a un representante de quince comunidades de países latinoamericanos.

En esa ocasión, lo recibí a nombre de los venezolanos en Canadá. El segundo se denomina Certificado de Canadá, concedido por el Ministerio de la Ciudadanía, la Inmigración y el Multiculturalismo de Canadá, por las «actividades comunitarias y la perseverancia en el mantenimiento del multiculturalismo canadiense».

En este último caso, mi candidatura fue propuesta por miembros de la comunidad latinoamericana y, posteriormente, evaluada por un comité encargado de seleccionar a los galardonados. Ambos reconocimientos me enorgullecen, pero, sobre todo, me alientan a seguir trabajando con esmero y gran sentido de la responsabilidad en el área profesional en la que me desarrollo y en las acciones comunitarias en las que me comprometo.

Considero que mi rol como padre y como venezolano residente de Canadá radica en continuar haciendo bien las cosas para inspirar a otros y demostrar que sí es posible alcanzar metas altas en una sociedad de acogida, sin importar la nación de origen ni la edad ni la formación de base.

Por último, afirmo que, luego de cinco años de haber dejado mi país, estoy plenamente integrado a la sociedad quebequense y he alcanzado el nivel profesional y la calidad de vida que me hacen sentir satisfecho y orgulloso del trabajo y de los sacrificios para llegar hasta este punto.

¿Cómo ha sido tu experiencia en Sun Life y cuáles servicios puedes ofrecer a los recién llegados?

Como asesor en seguridad financiera de Sun Life, me encuentro en un momento muy importante de mi desarrollo de carrera. Mis desafíos continuos consisten en lograr la confianza y el respeto de mis clientes y ayudar, de la mejor manera posible, a los nuevos inmigrantes.

La experiencia vivida y los conocimientos alcanzados me capacitan para asesorar y apoyar a los recién llegados con productos de seguridad financiera que les permitan protegerse a sí mismos y salvaguardar su capital de ahorros.

Por ejemplo, un instrumento de seguridad que siempre recomiendo a los inmigrantes es el seguro de visitante de Canadá. Se trata de un seguro médico que ampara al recién llegado durante los tres meses que dura el período de espera para ingresar en el sistema público de salud de Canadá (Assurance maladie). Es, en esencia, una medida básica que algunas personas ignoran.

Conozco casos de inmigrantes, sin protección médica durante los tres primeros meses, que enfrentaron accidentes personales o enfermedades inesperadas contando solo con sus ahorros. Sé de una situación dramática de un recién llegado que tuvo que asumir una importante deuda con el Estado canadiense por carecer de un seguro médico. Esos hechos me entristecen porque es muy duro iniciar la vida de inmigrante con una deuda de miles de dólares.

Por consiguiente, preparar un proceso de emigración implica incluir en el presupuesto un plan de seguridad financiera que resguarde los ahorros que se traen y la educación de los hijos. Seguros de vida, de educación, de enfermedad y de invalidez son instrumentos básicos de la planificación financiera.

Sun Life los ofrece. Por eso, puede acompañar a cualquier inmigrante durante su establecimiento y posterior crecimiento en Canadá. Otro aspecto importante por considerar es el aprovechamiento al máximo de los beneficios del sistema canadiense, utilizando las herramientas de ahorro e inversión, como el régimen de ahorro para la jubilación, conocido por sus siglas en francés como REER (Régime enregistré d’épargne-retraite), o la cuenta de ahorro libre de impuesto, llamada CELI por sus siglas en francés (Compte d’épargne libre d’impôt).

En suma, el sistema canadiense es justo y favorece a quienes lo conocen y lo saben usar de forma correcta. Mi trabajo consiste, precisamente, en ayudar a los nuevos inmigrantes a entenderlo y brindarles los mejores productos de protección y planificación financiera, para que alcancen sus objetivos de vida de la manera más segura y provechosa.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

Con base en la experiencia personal, familiar y profesional descrita, manifiesto que, en mi caso, no hay cabida para el arrepentimiento.

Aunque nunca me había planteado dejar mi país ni emigrar, pues jamás fue ese un valor que me inculcaron en mi familia, cada vez que vuelvo la vista atrás, lo único que siento es complacencia por la decisión tomada. ¿Lo que hubiera hecho distinto? Tomar más en serio el estudio de los idiomas.

¿Piensas volver a Venezuela?

Cada vez que puedo, voy de vacaciones para visitar a mi familia. Sin embargo, no regresaría a vivir en Venezuela. Mi vida está en Canadá. En este país, encontré todo lo que quería ofrecer a mi esposa e hijos.

Testimonio publicado al 12 de mayo de 2011