Emigrar con niños

Emigrar con los hijos supone desafíos muy particulares para los padres, pues la mudanza de país puede ser una experiencia muy estresante para un niño o adolescente.

Emigrar con niños – Partir con toda la familia

Generalmente, los bebés se adaptan con gran facilidad a los cambios y prácticamente ni los notan. Sin embargo, los niños en edad escolar pueden ofrecer resistencia, experimentando cambios bruscos en su comportamiento. A partir de los 4 años, cada edad conlleva retos especiales.

La adolescencia, por su parte, resulta una etapa crítica en los hijos, quienes pueden afrontar el cambio de país con especial sensibilidad.

Consejos para emigrar con niños

Se describen a continuación algunas recomendaciones sencillas que pueden facilitar a los padres la tarea de hacer sentir seguros a los niños y adolescentes en medio de los cambios propios del proceso de emigración.

Entender los desafíos emocionales de la emigración

Es importante entender que todos los miembros del grupo familiar experimentarán cambios emocionales a causa de la emigración. Durante la mudanza e incluso después de la instalación en el país de destino es posible que la familia enfrente momentos difíciles.

El proceso es conocido como adaptación intercultural y cada persona lo asume de manera diferente. Los padres deben estar atentos a esa realidad para manejar con éxito sus propios altibajos emocionales y los de los hijos, sobre todo cuando se trata de niños en la edad de la adolescencia.

Resulta esencial respetar la individualidad. Cada miembro del grupo familiar interpretará la emigración de una manera única, personal. Es importante que los padres entiendan que lo que puede resultar triste, nostálgico o amargo para sus hijos, tal vez no lo sea para ellos, y es normal.

Para los adolescentes (jóvenes entre 12 y 17 años) el cambio de país constituye un proceso particularmente exigente desde el punto de vista emocional, pues los vínculos afectivos con el país de origen, los familiares y los amigos son más profundos.

Es muy posible que la primera reacción sea de resistencia y rebeldía. Sin embargo, los adolescentes son capaces de entender las motivaciones serias que llevan a sus padres a tomar la decisión de partir y poco a poco van cediendo a la idea del cambio.

Avivar la comunicación familiar

La comunicación con los hijos es clave en todas las etapas del proceso de emigración. Resulta esencial escuchar los puntos de vista de los jóvenes, sus objeciones y temores.

La comunicación activa permitirá a cada miembro del grupo familiar conectar con sus propios sentimientos y con los del otro, y en ese proceso acompañarse mutuamente y darse ánimo y valor para continuar.

Como cabezas del hogar, los padres deben procesar sus sentimientos como adultos para ayudar a sus hijos, a través de la comunicación, a manejar sus emociones.

En los diálogos familiares conviene destacar los aspectos positivos de la mudanza de país, sin intentar restar importancia a la visión extrema o alarmante que muchas veces muestran los hijos en las situaciones de cambio, especialmente si son adolescentes.

La comunicación con los menores entre 4 y 10 años es delicada. Dependiendo del nivel de madurez del niño, conviene explicarle de la manera más sencilla el proceso de emigración en marcha. Si hace preguntas sobre los preparativos en la casa es mejor decirle la verdad sobre la mudanza y los cambios que se avecinan.

Explicar las ventajas de la emigración

Una estrategia aconsejable consiste en explicar a los hijos las ventajas que la emigración traerá a sus vidas.

Conviene destacar los aspectos más novedosos del cambio como situaciones de gran provecho para el grupo familiar; por ejemplo, el encuentro con nuevos amigos de otros orígenes y culturas, el disfrute de nuevas estaciones climáticas o el aprendizaje de otro idioma.

También vale la pena mostrar fotos o videos de la nueva ciudad, enseñando las áreas verdes, los parques y los lugares que ofrecen atracciones para los niños, como las canchas deportivas.

También resulta interesante hablar de las costumbres típicas del lugar, del tipo de comida tradicional que podrá degustar y de cualquier nueva actividad que se pueda emprender, como la práctica de un deporte desconocido.

Ayudar a controlar los miedos

Es importante que los padres escuchen las preocupaciones y miedos de los hijos. Si el niño es poco expresivo, hay que hacer las preguntas acertadas para que poco a poco explique los motivos de su estrés, sus dudas e inquietudes.

El objetivo de la conversación es que los padres ayuden a los menores a entender los sentimientos y emociones legítimos que están experimentando y les transmitan seguridad y confianza, para que la mudanza deje ser un proceso de incertidumbre.

Para calmar la ansiedad de los más pequeños, se puede intentar explicar la situación de cambio a través de relatos conocidos. Por ejemplo, si la emigración forma parte de la historia familiar, puede ser interesante describir la mudanza de país como un cuento en el que los abuelos u otros miembros de la familia son los protagonistas venidos de otras tierras y ahora es el turno de la nueva generación de continuar la aventura en otras latitudes.

Vale la pena explicar al niño los conceptos de historia familiar, raíces y herencia cultural como «tesoros», que forman parte de su identidad y que serán elementos aliados durante la experiencia de emigrar.

Si la lengua del país de destino resulta una causa de temor o angustia, puede ser conveniente que el niño tome clases del nuevo idioma antes de partir; así ganará confianza en sí mismo e irá experimentando las ventajas de la emigración, incluso antes de partir.

Mantener una actitud entusiasta

Es fundamental que durante los preparativos de la mudanza los padres mantengan una actitud alegre y entusiasta, manejando con mucho aplomo sus propios miedos y expectativas. Los niños perciben con gran facilidad las inquietudes de los padres.

En todo momento, los padres deben tener un discurso positivo en relación con el proceso de emigración, verbalizando las ventajas que el nuevo país ofrecerá a la familia.

Es esencial explicar la decisión de emigrar como un cambio necesario para la familia, destacando que los hábitos y costumbres esenciales del grupo familiar no sufrirán grandes alteraciones.

Preparar la despedida

La despedida es una etapa crucial de la emigración, que puede afectar a todos los miembros de la familia. Debe elaborarse del mismo modo que se hace con el duelo, dado que también se trata de una pérdida.

Puede prepararse como un tipo de ceremonia o ritual que permita a los niños entender la pérdida y todos los sentimientos asociados a ella (tristeza, temor, nostalgia, deseos de llorar, etc.), y al mismo tiempo fortalecerse para el inicio de la aventura de emigrar.

Llegado el momento de empacar y de hacer las maletas es propicio demostrar a los niños que sus bienes más preciados partirán con él: juguetes, libros, ropa y otros objetos. El triaje debe hacerse con suficiente tiempo, involucrando al pequeño en la toma de decisión sobre lo que no tiene cabida en el equipaje. Se trata de que entienda que no habrá una ruptura en su historia personal. Que muchos objetos valiosos para él, por formar parte de su «vida anterior», lo van a seguir acompañando.

Para los niños más sensibles, un bonito recuerdo de su país de origen puede ser confeccionar con sus padres un álbum de fotografías, dibujos y objetos valiosos, como una hoja de un parque, palabras afectivas escritas por miembros de la familia, los amigos y los maestros, recortes de trabajos de la escuela, fotografías y otros objetivos de valor afectivo.

También puede animarse al niño a realizar manualidades (dibujos, tarjetas, figuras en plastilina, etc.) para regalar a sus familiares y amigos más queridos, como recuerdo de su partida, y en señal de agradecimiento por todos los momentos vividos.

Si las circunstancias lo permiten, se puede preparar una fiesta de despedida con la familia y los amigos, que incluya a las personas más apreciadas por el niño. Conviene que el espíritu del encuentro sea de celebración, alegría y gratitud. La nostalgia y la tristeza posiblemente estén presentes y deberán manejarse como sentimientos legítimos del momento.

Reiniciar las rutinas

Una vez en el nuevo país, es importante que el niño retorne a sus hábitos y rutinas (horario y tipo de comida, hora de dormir, asistencia a la escuela y otras costumbres) lo más pronto posible.

Si la llegada coincide con las vacaciones escolares, será pertinente que el chiquillo asista a un campamento vacacional. Puede ser una oportunidad muy valiosa de conocer nuevos niños y de comenzar a practicar el idioma del país de acogida.

Hacer llevadera la instalación

Resulta importante involucrar al menor en ciertas actividades decisivas: elegir los nuevos muebles de la casa, o el color de las paredes. De esta manera el pequeño se sentirá tomado en cuenta y mostrará mejor disposición a aceptar el nuevo ambiente.

Tan pronto como la familia pueda permitirse algunas actividades recreativas, además de las gestiones de instalación, vale la pena organizar un día de excursión en la nueva ciudad para conocer los parques y lugares de recreación para los niños. Es importante realizar actividades que hagan que el pequeño se sienta a gusto en su nuevo lugar de residencia.

Favorecer la socialización de los niños

Los padres deben hacer un esfuerzo en ayudar a sus hijos a hacer nuevos amigos. Especialmente, en el caso de que los niños sean tímidos o reservados. Una simple conversación con los vecinos puede ayudar a tender un puente con otros niños.

También puede ser conveniente inscribir al niño en actividades deportivas o culturales que le permitan conocer a otros inmigrantes de su edad. Para ello, los centros comunitarios y las organizaciones de ayuda a los recién llegados pueden ser de gran ayuda.

Estrechar la comunicación con quienes se quedaron en el país de origen

Es normal que los niños manifiesten apego por los familiares y amigos que se dejaron en el país de origen. Durante los primeros tiempos, es común sentir nostalgia y deseos de contactar frecuentemente a los abuelos, tíos, primos y amigos, entre otros seres queridos.

Afortunadamente, el uso de las nuevas tecnologías permite acortar las distancias y estrechar la comunicación. Siempre se podrán organizar videoconferencias por Internet para que los niños hablen y vean a sus amigos más cercanos y a sus familiares.

Es fundamental que los padres ayuden a que estas comunicaciones se desarrollen en un ambiente de optimismo. Por ejemplo, estimular a los niños a describir cómo es la nueva escuela, cómo son los nuevos amigos, cuántos parques ha visitado y las actividades o rutinas que ha aprendido.

Los niños suelen poseer un gran espíritu de flexibilidad y se adaptan con facilidad a las nuevas situaciones. Haciendo un poco de esfuerzo, los padres conseguirán que sus hijos asuman la mudanza al nuevo país como una experiencia enriquecedora, plena de nuevas y gratas situaciones.

Conviene leer también las recomendaciones específicas para grupos familiares en proceso de emigración.