María Sarmiento, abogada desde Suiza

Grenoble

«Lo necesario es saber lo que valemos».

Profesión: Abogada, especializada en Derecho de Comercio Internacional
Edad: 29 años
Ciudad/ País de origen: Caracas, Venezuela.
Fecha de salida: Al principio, me fui del 29/09/96 al 01/02/97. Me fui definitivamente de Venezuela el 16 septiembre de 1997
Ciudad/ País de destino: Al principio me fui a Grenoble, Francia, y luego a Dijón, Francia. Seguí hacia París, Francia, y terminé en Ginebra, Suiza, teniendo una breve pasantía en Bruselas, Bélgica.

Testimonial de migración María Sarmiento, abogada desde Suiza

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Razones profesionales. Siempre había querido regresar a Europa, hacer un post-grado y hablar un tercer idioma. Esas son las razones principales de mi decisión. Razones profesionales, políticas, económicas. Seguidamente, cuando terminé el post-grado.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

PROS: Posibilidad de conocer mejor Europa, sus diferentes países y culturas, mejorar mis idiomas extranjeros, encontrar nuevas personas/amigos/pareja, desarrollar mi carrera profesional con una experiencia en el extranjero, abrirme campo estudiando Derecho de Comercio Internacional y no quedarme encerrada en el Derecho venezolano y los tristes tribunales, «oxigenarme el cerebro»… y dejar atrás ese odio y reconcomio social que carcome al caraqueño.

CONTRAS: Dejar a mi familia, mis amigos, las cosas que me gustan, el clima, mi apartamento, etc.

¿Por qué seleccionaste el país o ciudad de destino?

Estuve aprendiendo francés antes de irme a Francia. Pasé 4 meses en Francia antes de entrar a la universidad. Postulé para dos tipos de préstamo: Fundayacucho y Convenio Embajada de Francia-Fundayacucho (20 becas anuales que cubren seguro, inscripción en la universidad, etc.).

Obtuve ambos. Las universidades son gratuitas en Europa, por lo que sólo se paga alojamiento, material de estudio y comida. Hay muchísimas ventajas para los estudiantes menores de 26 años en Europa y, en consecuencia, todo es más barato.

Mi préstamo fue de 16.500,oo USD por un año de especialización. Podía vivir tranquilamente con 5.000.oo FRF mensuales.

Nada de estar gastando una cantidad exorbitante de dinero para pasar un año en USA, donde la cultura equivale a 3% de lo que se ve en el viejo continente, especialmente, cuando se nos expone a un mundo profesional dentro de un ambiente multicultural como el de la ONU.

La información sobre el alojamiento y la universidad o centro de estudio de idiomas la obtuve directamente en la Embajada o Consulado del país respectivo con sede en Caracas.

Leer el periódico era una buena solución. A veces, había artículos enteros consagrados a dónde conseguir becas, préstamos, etc., pues cuando yo tomé la decisión de irme, en 1996, no había nada parecido a www.mequieroir.com

Describe los primeros tiempos

Esta etapa es siempre muy dura y desagradable, sobretodo si se llega a ciudades o países muy racistas, llenos de prejuicios y estereotipos con respecto a los latinoamericanos. Cuando se es moreno, cabello negro, ojos negros y cara redonda, es decir, todo un latino, se siente mucho más el estigma.

Lo necesario es sentirse seguro de sí mismos, saber lo que valemos, sin importar lo que piensen los ciudadanos de países industrializados. Hay que tener mucho carácter para evitar desplomarse.

Hay que luchar mucho, lamentablemente y discriminatoriamente, más que los demás. Hay que evitar acomplejarse por ser de tal o cual lugar. Debemos sobretodo, estar orgullosos de lo que se es y del lugar de donde se viene, lo que se resume en estar orgullosos de nuestros orígenes.

Esto es muy fácil, debido a que uno de los síntomas del estar lejos del país es que uno se convierte en patriota y nacionalista, sin necesidad de convertirse en bolivariana, claro está.

Este comentario se aplica a Europa: con respecto a familiarizarse con el lugar, yo nunca dejo de pasar por la Oficina de Turismo del aeropuerto o estación de trenes al que llego.

Tomo un mapa de la ciudad y uno del transporte público, marco todos los lugares interesantes que hay que visitar, identifico las oficinas postales, los cines, el centro de la ciudad, pregunto todo sobre carnets mensuales para el transporte público, para visitar museos (más barato que pagar tickets individuales) y me informo sobre los eventos futuros.

Internet es uno de mis mejores aliados para obtener este tipo de información. Igualmente, identifico cuáles son los lugares más baratos para comprar comida, utensilios del hogar y ropa.

En lugares como París, pregunto cuáles son las zonas a evitar, aunque, en Bruselas me fregaron, por no haber tomado esta última precaución. Cuando era estudiante, usaba el Carnet Internacional de Estudiante para comprar cualquier ticket o entrada, no me pelaba ni una sola rebaja.

Asimismo, lo usaba para reservar habitaciones en hoteles.

Describe tu situación actual

Terminé mi especialización en Derecho de Comercio Internacional, en Francia y obtuve mi diploma en 1998. Hice una pasantía en una firma de abogados en París y luego me fui a Ginebra, a hacer otra pasantía en una organización internacional en la que trabajé durante un año.

Luego, realicé una pasantía en la Comisión Europea en Bruselas y me regresé a Ginebra para trabajar en la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), como Administrador de Proyectos de Comercio Electrónico para Países en Desarrollo.

Comencé a trabajar en la UIT, de manera ininterrumpida, en junio de 2000, con un contrato de cinco (05) meses, que ha sido renovado en cuatro (04) oportunidades. Mi nuevo contrato expira en noviembre de 2001 y, con un poco de suerte, obtendré un nuevo contrato para esa fecha.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

No me arrepiento jamás de la decisión que tomé. Todo lo que he podido ver, aprender y sentir en estos últimos cuatro años, es incomparable a haberme quedado encerrada dentro de las cuatro paredes de Caracas y los tribunales.

Lo que haría distinto: no aceptaría las condiciones de trabajo que me ofrecieron al principio, dejaría que pasaran los primeros tres meses y luego solicitaría mejores condiciones de trabajo, mejor salario, etc. Por haber tenido miedo de regresar, acepté lo primero que se me ofreció, sin negociar.

El sueldo que tenía era mejor que el que hubiese obtenido en Venezuela, pero para los estándares suizos y de organizaciones internacionales, era bajo. Sólo como una anécdota, informo que tampoco dejaría el país sin haber terminado con la pareja que tenía para ese entonces.

Eso del amor de lejos causa muchos problemas, ¡sobretodo cuando no se quiere regresar!.

¿Piensas volver a Venezuela?

Me encantaría volver al país, sólo que me gustaría que el país estuviera en la misma situación que en los años 70. He tratado de conseguir buenas oportunidades de empleo que me garanticen estabilidad, y no las he visto por ningún lado, ni siquiera, en las multinacionales que se han ido instalando en Caracas.

Mi apartamento está alquilado con todos los muebles, por ese lado no tengo problemas. Me gustaría volver porque me hace falta mi familia y amigos.

Me hacen falta el clima, la comida y las bebidas. Me hace falta mi casa propia y mis pertenencias (aquí es alquilada y ninguno de los muebles es mío). Es como si tuviera una vida guardada en cajas y otra vida prestada.

Testimonio publicado al 1 de agosto de 2001

 

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