Eduardo Ferrero, ingeniero desde Madrid, España

Trabajar en España

«¿Que haría distinto? Me habría venido antes»

Profesión: Ingeniero Electrónico
Edad: 36 años.
Ciudad/ País de origen: Caracas, Venezuela.
Fecha de salida: 26 de abril de 1992.
Ciudad/ País de destino: Madrid, España.

Testimonial de migración Eduardo Ferrero desde Madrid, España

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

En el plano personal, había algo en la sociedad venezolana que hacía que estuviera permanentemente malhumorado, a disgusto.

Me molestaban las calles sucias; el caos del tráfico; la mala educación de la gente; lo irresponsable y poco serio del trabajo de los demás; la matraca para conseguir cualquier documento; la altanería de cualquier funcionario o cajero bancario; la famosa «viveza criolla», que no es otra cosa que la más pura expresión de la anarquía; el machismo de los hombres consentido por las mujeres; el poco respeto a los ancianos; la poca oferta cultural, musical; lo difícil de mantenerse actualizado ante las tendencias mundiales (para comprar una buena revista o libro técnico había casi que sacrificar las utilidades).

Siempre que había viajado a afuera notaba que me encontraba a gusto con lo que veía, con las posibilidades de desarrollo que abundaban en otras partes y que en Venezuela eran algo difícil de conseguir.

Los intereses y temas de conversación con mi entorno cercano cada vez eran menos comunes con mis inquietudes. Y, aunque desde el punto de vista económico, para aquel momento, no tenía ninguna dificultad, ya que no tenía responsabilidades familiares, sabía que a largo plazo ese aspecto no iba a ser fácil.

¿Por qué seleccionaste Madrid como ciudad de destino?

Por la facilidad que para mí representaba el hecho de poseer la nacionalidad española de mis padres. Anteriormente, por motivos de trabajo, había tenido la oportunidad de estar en Alemania y aprovechar la ocasión para visitar muchos países europeos (Italia, Suiza, Francia, Holanda, Checoslovaquia).

España, aunque no es perfecta (no existe ningún sitio perfecto), me pareció que combinaba perfectamente el orden y la cultura europea con el carácter latino. Vine a parar a Madrid porque, a través de la empresa transnacional donde trabajaba en Venezuela, pude lograr un traslado a esta ciudad maravillosa.

Puse en una balanza las cosas buenas y malas de cada lado, tanto de Venezuela como de España, y la decisión era fácil, había que intentarlo.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Para ese momento tenía una hermosa relación con mi novia que debía interrumpir para buscar primero el camino y la estabilidad. Aunque nos habíamos comprometido para casarnos, uno nunca sabía lo que la distancia y la soledad podían hacer con los sentimientos.

Afortunadamente, ella pudo venir en vacaciones a visitarme y comprobar que también le gustaba el lugar de destino, y el año siguiente nos casamos y ya llevamos 8 años aquí, felices y completamente adaptados.

Describe los primeros tiempos

El comienzo tuvo sus dificultades en el aspecto de familiarización con el entorno. Al caraqueño, por lo regular, al estar desubicado, le basta con mirar al Ávila para saber inmediatamente que tan lejos está del sitio a donde quiere llegar.

Aquí no, ya que no existe un punto de referencia visual y, por lo regular, todas las calles me parecían iguales. Hubo una ocasión en la que, para ir a un sitio que distaba solamente 2 km. de donde me encontraba, tuve que recorrer 20 km. por una autopista de circunvalación porque era la única ruta que me conocía.

También, la oferta inmobiliaria de alquileres, para aquella ocasión, era escasa y no conocía las zonas. Tuve que irme a compartir casa con otros muchachos que conocí durante esa búsqueda de techo, y la verdad es que la experiencia me ayudó muchísimo a adaptarme a la fabulosa vida de la ciudad.

El resto, en Madrid, siempre es fácil porque es una ciudad que te atrapa, te hipnotiza con su ambiente mágico, su buena comida, sus museos y, sobre todo, su vida nocturna.

En el plano laboral la cosa fue un poco mas complicada ya que me contrataron temporalmente por un año, con contratos renovables cada seis meses, justo en plena recesión mundial de principios de los 90, lo cual hizo que estuviera muy nervioso ante la posibilidad de perder mi trabajo y la dificultad de conseguir uno nuevo.

Es cierto que las puertas de mi anterior empleo en Venezuela siempre habían quedado abiertas, pero la sola posibilidad de regresar y dejar de vivir en este ambiente tan fantástico me hacía caer en depresiones muy grandes.

Afortunadamente, a los tres años me hicieron un contrato fijo y ya ese fantasma de la temporalidad desapareció.

Describe tu situación actual

Creo que se nota que estoy totalmente adaptado. En mi trabajo he ido adquiriendo cada vez mas responsabilidades y actualmente coordino el servicio técnico de atención al usuario para Madrid y toda la zona centro de España de la misma empresa transnacional donde trabajaba en Venezuela.

Por otro lado, logré hacer dos Masters en Administración de Empresas, he profundizado mis estudios de alemán, de forma gratuita, a través de la Escuela Oficial de Idiomas.

Me he comprado una casa con todas las facilidades (piscina, canchas de tenis, squash, gimnasio, etc.), tengo dos «coches», pero eso, sinceramente, no es lo que más me importa, ya que es únicamente lo material. Desde el punto de vista personal, tanto mi mujer como yo, hemos crecido como personas, nuestras posibilidades de mejora en el plano personal, social, intelectual y cultural han dado un salto de años luz.

Tenemos seguridad, tanto médica como personal, nos hemos adaptado fantásticamente a la sociedad y tenemos amigos tanto españoles como venezolanos. Jamás nos han llamado «sudacas», creo, quizás, porque siempre nuestra actitud fue positiva, abierta y deseosa de adaptación y enriquecimiento personal y de intercambio cultural (mi vecina ya hace arepas).

Creo que muchas veces el rechazo que uno pueda sentir en un país extraño puede ser más motivado por la actitud que uno tenga que por rechazo gratuito a un acento o a un color.

Y como por otro lado nunca he estado muy de acuerdo con el cliché de la hospitalidad del venezolano, cualquier amago de rechazo no me sorprendía mucho, ya que en nuestro país también existe, lo que sucede es que no lo queremos ver o nos cuesta reconocerlo.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

Jamás me arrepentiré del paso dado. ¿Que haría distinto? Me habría venido antes. Siempre pienso que durante mi juventud me perdí de muchas cosas que se pueden hacer en Europa y que, lamentablemente, en nuestro país no son posibles ni en sueños.

¿Piensas volver a Venezuela?

Los motivos que justificaron mi salida del país no han cambiado, sino que más bien han evolucionado hacia peor, así que no creo que sea muy lógico plantearme un regreso.

No creo que Chávez sea la solución a los problemas, así como tampoco pienso que los problemas hayan empezado con él, ni se terminen cuando él salga del poder, sea cuando sea.

Tendrían que ocurrir cambios muy profundos en la forma de ser del venezolano como para que de alguna manera se tomara el rumbo correcto y, aún haciéndose esos cambios, creo que tomaría unos 30 años en apreciarse dichos cambio.

30 años son mucho en la vida de una persona como para hacer un sacrificio tan grande, sólo por un concepto tan abstracto como el de patriotismo. Esporádicamente iremos de vacaciones, de vez en cuando, a lo mejor cada 3 ó 4 años, para no perder el contacto.

Testimonio publicado al 19 de agosto de 2001

 

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