Daniel Duque, comunicador, desde Buenos Aires, Argentina

Daniel Duque

«Promocionamos las iniciativas venezolanas por estos lugares donde muchas veces pasan desapercibidas».

Profesión: Comunicador social
Ciudad/ País de origen: Venezuela
Ciudad/ País de destino: Buenos Aires, Argentina
¿Por qué te fuiste de tu país?

Testimonial de migración Daniel Duque desde Buenos Aires, Argentina

Decidí transformar en acción un deseo que tenía desde antes de graduarme como comunicador social en una universidad venezolana: residir en el extranjero para aprender al cambiar de ambiente e independizarme.

Quería hacer un postgrado y vivir una experiencia integral que me enfrentara a nuevos retos y oportunidades, así como trabajar para complementar mi vivencia académica.

Asimismo, me cansé de esa actitud venezolana dominada por la fiesta, la playita, una cervecita, ¿un güisquicito? o «¿cómo pa’ qué tanta estudiadera, chamo?» De mi nación también me desalentaba el machismo fehaciente.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Salir de Venezuela resultó difícil para mí. Me atemorizaba la incertidumbre, no tener la más mínima idea de cómo me iría, en dónde viviría, cómo me encargaría de lo básico, cómo me garantizaría la ropa limpia y el comer bien.

Jamás había permanecido en el extranjero por más de dos meses (máximo un par de veces estudié inglés en Estados Unidos durante el verano).

Me preocupó en extremo el hecho de desconocer cuándo volvería a ver a mis familiares y amistades. Así que me preguntaba: ¿Qué quedaría al perderse la cotidianidad a la que estábamos acostumbrados?

Igualmente, me dolió despedirme de mis lugares y objetos, vender el auto y decirles adiós, por un tiempo indefinido, a mi clima, comida y muchas cosas más que ni imaginaba que extrañaría. «Salta y la red aparecerá» -escribió Érica Jong- y yo me interrogaba: ¿Estoy listo para saltar?

Un día antes de la partida, al hacer el equipaje, caí en cuenta de que era imposible llevar mi biblioteca, equipo de sonido, fotos (más de diez álbumes), discos y el clóset lleno de ropa. Solo podía llenar dos valijas, tomando en consideración el máximo peso permitido por la línea aérea.

De modo que mi vida material se redujo a veintiocho kilos. Lo ventajoso radicó en que ya había estado en Buenos Aires, “sabía” a dónde iba y tenía contacto con algunas personas de aquí. Ellas me brindaron algo de soporte e información o, como dicen acá, me “contuvieron” durante el proceso de adaptación.

¿Por qué seleccionaste Buenos Aires como ciudad de destino?

Como aspiraba a un postgrado en el exterior, elegí Buenos Aires porque la conocía y me había gustado mucho. La ciudad me pareció encantadora por su gran oferta cultural. En efecto, me impresionó su gran cantidad de teatros, las librerías abiertas hasta muy tarde y las escuelas e institutos de lo que a uno se le ocurra.

Asimismo, me prendí de los eventos culturales: poesía en las plazas, ensayos de obras y grupos de música en los parques. En fin, se me instaló el «quiero vivir aquí». Tras mis investigaciones acerca de las opciones de estudio, las universidades argentinas resultaron más prometedoras en su relación precio-valor.

Entre ellas, escogí una privada, a pesar de no tener una beca. Para pagar la matrícula, emplee mis ahorros, incluyendo lo obtenido por la venta del auto. Por otra parte, las amistades argentinas que hice cuando estuve becado en Madrid (en donde cursé Edición de Textos) alentaron mi decisión.

Describe los primeros tiempos

Al llegar a Buenos Aires sentí que había hecho lo correcto, aunque también supe que las cosas implicarían un gran esfuerzo. El primer barrio donde me establecí fue Parque Chas, en donde vive una de las amigas editoras que conocí en España.

El lugar es un laberinto circular del que huyen hasta los taxistas por temor a extraviarse. Mi idea era mantener conmigo una guía, pero se me quedaba en casa o la perdía en la calle.

Me subía a los colectivos sin suficientes monedas pensando que las cargaba y, cuando revisaba mis bolsillos, no me alcanzaban para cancelar el pasaje. Para cambiar los billetes, pedía caramelos en los quioscos de revistas y el vendedor me respondía: «¿Vos ves comida acá?».

Escuchaba cuentos de otros venezolanos que me desanimaban. Eran profesionales y trabajaban de telemarketers, debido a que en Buenos Aires había «demasiada competencia en todas las áreas».

Me agradó que, en los días soleados, muchos (algunos más blancos que la leche) se quitaran parte de su ropa para broncearse en las plazas, como si estuvieran en la playa.

En las mujeres percibí un ideal de belleza diferente al de mi país, en donde la voluptuosidad y lo artificial son monedas corrientes. Las argentinas, al parecer, prefieren una apariencia más natural.

En los hombres, igualmente, observé contrastes: lucían looks a la moda y se saludaban con besos en la mejilla. Al principio, visité innumerables casas de tango que me sedujeron.

En ellas se reflejaba una valoración de su patrimonio que, para mí, se tornaba reveladora y curiosa. Al respecto, Bert Hellinger (el creador de las constelaciones familiares) dice: «Quien tiene raíces tiene alas».

Describe tu situación actual

A partir de mi llegada, me he desempeñado en el área de mi interés (las comunicaciones) mediante la página web http://www.escribarte.com. A través de ella, produzco escritos por encargo, colaboraciones para medios de comunicación, correcciones de textos, campañas de prensa y facilito talleres presenciales y en línea.

A la par, creé http://www.chevene.com y su blog http://chevene.blogspot.com/ para generar un mayor intercambio entre los venezolanos y los argentinos. En la actualidad, trabajo en Chevene con Alejandra Parejo (traductora venezolana que tiene dos años en Buenos Aires).

Me di cuenta de que es mejor constituir un equipo, porque me costaba sostener la empresa como una iniciativa individual. En síntesis, publicamos entrevistas a personalidades, tips de seguridad, datos del clima, giros idiomáticos y bastante más. No obstante, nuestra meta apunta a seguir mejorando el contenido.

Desde hace casi dos años, llevamos a cabo la tarea de promover las iniciativas venezolanas que se dan por estos lugares y pasan muchas veces desapercibidas. Por los momentos perseveramos porque nos satisfacen los logros alcanzados, entre ellos que algunos emigrantes venezolanos se han conocido por medio de nosotros y han comenzado a desarrollar proyectos en conjunto.

Por ejemplo, el concierto de la cantante maracucha Fedora Mora en la inauguración de la exposición de fotos de Martín Castillo (ambos se comunicaron por nuestra página).

Al mismo tiempo, un número más grande de usuarios asiste a las actividades que organizamos, hasta tal punto que varios argentinos se han interesado en comprar los libros de escritores como Gustavo Valle y Boris Izaguirre (dos de nuestros entrevistados).

Como esas son muchas las referencias acumuladas. Chevene se exime de hablar de política, pues nuestra finalidad consiste en relatar hechos chéveres, con una gran apertura para recibir contribuciones e ideas de diversos tipos.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

A veces, pienso que hubiera sido más fácil mudarme a otro lugar de economía más estable o donde el valor de la palabra dada fuera más importante. Si repitiera lo vivido, me complicaría menos con cosas insignificantes.

Precisamente de esa experiencia se deriva esta recomendación: aprender a fluir con las circunstancias, porque esto hace falta siempre, en especial en la persona que se quiere ir de su país, quien ha de ser todo lo contrario a un experto en ahogarse en vasos de agua.

¿Piensas volver a Venezuela?

Por ahora no, aunque sí voy cada vez que puedo a visitar a mi familia y amistades. Además, aún estoy vinculado con proyectos de trabajo que desarrollo en Venezuela. Me niego a regresar porque me hacen daño (saludablemente hablando) las circunstancias en la que se encuentra Venezuela, hoy tan dividida.

Tampoco tolero el abstenerme de andar tranquilo por la calle a cualquier hora, el tráfico terrible y la inflación desproporcionada. En esta etapa de mi vida, me gustan las estaciones, cuento con innumerables amigos argentinos o de otras naciones que viven acá y con Chevene, que tanto me ata a Buenos Aires.

Así que deseo que me vaya mejor y, si migro otra vez, escogería un país de los que llaman del «primer mundo». Eso sí, siempre vinculado con Venezuela, puesto que me gusta trabajar por ella esté donde esté.

Testimonio publicado al 27 de septiembre de 2010

 

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