Verónica Pernía, técnica en mercadeo, desde Tenerife, España

Tenerife

«Sigo en la carrera, con la meta clara de ser empresaria y triunfar en Europa».

Profesión: Técnica superior universitaria en Mercadotecnia, Mención: Ventas
Edad: 35 años
Ciudad/ País de origen: Maracay, Edo. Aragua, Venezuela.
Fecha de salida: 21 de marzo de 2008
Ciudad/ País de destino: Santa Cruz de Tenerife, España.

Testimonial de migración Verónica Pernía desde Tenerife, España

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Emigrar constituye un proceso de nacimiento a una nueva vida, significa que tu país no te da las oportunidades que ansías y mereces. En el caso de Venezuela, lamentablemente, en este momento, esta nación no te proporciona las opciones que necesitas para crecer profesionalmente, económicamente ni familiarmente.

Por tanto, es en la práctica imposible salir del cinturón asfixiante de un socialismo mal entendido que cree en «la igualdad», sí, en la igualdad de que todos seamos pobres y zarrapastrosos; en «la libertad”, sí, en la libertad de morirnos de hambre o de ir a un hospital y no conseguir ni una jeringuilla para una inyección.

Entonces, es la libertad de morirte de mengua, es revolución social: «pan y circo para un pueblo ciego, sordo y mudo».

Así que eso y muchas razones más, entre ellas un atraco a mano armada en la puerta de mi casa, con pérdidas materiales únicamente, ya que, gracias a Dios, «nos perdonaron la vida»; actuaron como determinantes y detonantes para mover cielo y tierra y buscar nuevos horizontes en Europa.

Hoy sé que fue la mejor decisión que tomamos mi esposo y yo. Emigrar, en definitiva, es nacer de nuevo…escribir tu vida bajo otro parámetro en un mundo totalmente diferente para ti.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

En primer lugar, saber que dejas atrás todo cuanto construiste, para empezar de CERO. En segundo término, saber que dejarás a tus seres queridos, con la incertidumbre de si los volverás a abrazar y rezando para que el hampa común no los mate un día.

En tercer lugar, el proceso jurídico y consular y las largas colas para hacer todos los trámites, ya que no utilizamos gestor alguno. Por último, juntar un pequeño capital para arrancar en el nuevo país.

¿Por qué seleccionaste Santa Cruz de Tenerife como ciudad de destino?

Seleccionamos Canarias, entre otras cosas, porque mi esposo nació y se crió en Tenerife. Así que para él representó la alegría de volver, después de 38 años, a su lugar de origen. En cambio, para mí significó irme de mi tierra natal.

Además, aquí nos esperaba una casa de campo, fruto de una herencia propia (mientras que en Venezuela vivíamos alquilados y endeudados perennemente), y una huerta que, al menos, las patatas cocidas nos ha dado para sobrellevar los días iniciales de adaptación.

Describe los primeros tiempos

Los primeros tiempos son los de mayor aprendizaje. Durante esta etapa, descubres cuán fuerte o cuán débil puedes ser ante los cambios. Al llegar, la familia de mi esposo no nos acogió bien, porque todos nos veían como rivales en futuras plazas de trabajo.

Hasta mi esposo, que nació aquí y se crió con los que se quedaron, era tratado como el emigrante sudaca muerto de hambre, que viene de Sudamérica a quitarles el plato de comida y el empleo a ellos, que sí son españoles y europeos.

En ese periodo, restauramos una casa, que tenía más de cinco años sin habitar, con paredes de piedra volcánica y barro, así como madera de tea vieja; situada a 1km, en pendiente de 45º, de la carretera general y del «mundo exterior», en un pueblo de cuatro calles y a dos horas «en coche» de la capital.

A lo anterior agrego que soportamos el frío permanente (10º grados en verano, 6º en invierno), la comida diferente, la muerte de mi suegra, quien falleció a los dos meses de nuestra llegada; el recrudecimiento de la crisis y el aumento del paro obrero con la consecuente falta de empleo; los escasos recursos económicos que poseíamos y lo que nos costo sobrevivir al principio, sin comida y sin calefacción. En verdad, todo resultó en contra al empezar.

Describe tu situación actual

Pues no me amilané por nada y, aunque comí patatas con mantequilla los primeros tres meses, uno de mis ex jefes, canario también, montó aquí una distribuidora de agua mineral y me contrató para que fuese su vendedora.

De manera que, con un producto desconocido y sin conocer la ruta ni el mercado, «me lancé». Hoy tenemos un despacho para todo el norte de la isla atendido por mi esposo, conseguimos una subvención por emigrante retornado y recibimos una pequeña pensión del Estado, que alcanza para el mercado y los gastos básicos.

Asimismo, con una organización no gubernamental española conseguí respaldo y ayuda y, por su intermedio, me conecté con un trabajo y me apoyaron con artefactos para mi hogar: cocinas, nevera, lavadoras, etc. Me uní a las redes sociales de mujeres inmigrantes y también me incorporé a los cursos de formación y homologación de estudios.

De hecho, ya me diplomé en Desarrollo Web y Administración de Servidores (actualmente, me hallo en periodo de pasantías). Además, compré un coche (de segunda mano, pero en perfecto estado), el cual me facilita la vinculación con las fuentes de empleo.

Me di cuenta de la importancia del inglés y el alemán en Europa, por lo que estoy estudiando ambos idiomas en una escuela de idiomas europea.

Adicionalmente, curso un postgrado en Gerencia Financiera y Contabilidad, dictado por una universidad de Barcelona, ya que convalidé mis estudios universitarios con los de la Unión Europea, valiéndome de los convenios suscritos por Venezuela y España ante La Haya.

En fin, sigo en la carrera, con la meta clara de ser empresaria y triunfar en Europa.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

A pesar de las mil y una adversidades que enfrenté al principio y de haber comenzado la carrera descalza y sin dinero, hoy ya voy sobre ruedas. De modo que la experiencia me demostró que soy una triunfadora nata.

Por consiguiente, no me arrepiento ni un ápice de cuanto he vivido y luchado y, si la vida me vuelve a presentar semejante reto, con mayores bríos lo asumiría. Seguro que sí podemos, porque los venezolanos somos del tamaño del compromiso que se nos presente.

¿Piensas volver a Venezuela?

Sí, volveré a mi país porque yo amo a Venezuela y estoy muy orgullosa de ser venezolana. Eso sí, traería dinero e invertiría en mi patria cuando las condiciones jurídicas y económicas del entorno nacional así lo permitan, antes no.

Testimonio publicado al 03 de agosto de 2009

 

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