Rosario Vásquez, psicóloga, desde Alemania

«Alemania es un lugar de reglas claras, lo cual hace muy sencillo el proceso de descubrir, aprender y adaptarse».

Profesión: psicóloga
Edad: 39 años
Ciudad/ País de origen: Caracas, Venezuela
Fecha de salida: Marzo de 2007 a España (Cádiz y Mallorca). Junio de 2015 a Alemania
Ciudad/ País de destino: Bad Schussenried, Alemania

Testimonial de migración Rosario Vásquez, desde Alemania

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Salí de Venezuela, por primera vez, en el 2007. La razón era simple: me enamoré, me casé y mi recién estrenado esposo vivía en España. Pensamos que, para ambos, esta nación ofrecía un espacio adecuado para empezar y disfrutar de la vida de recién casados.

La segunda vez, en el 2015, buscamos un lugar con posibilidades para el desarrollo de los dos; pero, en especial, un entorno estimulante y seguro para nuestra hija que, en ese momento, tenía cinco años.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

La primera salida significó un proceso más ligero. Dejar a mi familia y amigos era lo que más me afectaba, así como renunciar a mi trabajo, que era apasionante y retador.

En la segunda ocasión, la toma de la decisión fue compleja y asociada a las posibilidades laborales. Resolvimos separarnos durante cuatro meses para que mi esposo abriera el camino y yo cerrara adecuadamente. Este tiempo de separación fue lo más difícil para los tres.

¿Por qué seleccionaste Bad Schussenried, Alemania como ciudad de destino?

Alemania nos ofrecía calidad de vida, seguridad ciudadana y un entorno económico próspero en el que pensábamos que podíamos insertarnos con mayor facilidad.

Mi esposo es alemán y habla el idioma, y nuestra hija aún estaba en la edad en la que una lengua se aprende con relativa rapidez.

Por otro lado, Alemania también es un lugar de reglas claras, lo cual hace muy sencillo el proceso de descubrir, aprender y adaptarse.

Nos instalamos en la ciudad en la que mi esposo tenía un contacto, el cual le apoyó en la búsqueda de empleo.

Describe los primeros tiempos

¡Aún me encuentro en los primeros tiempos! Cuando llegas a un país en el que no hablas el idioma nativo, ese período se extienden hasta que te manejas con independencia en la lengua nacional y tu rutina cotidiana se parece a la que habitualmente siguen las personas de tu edad.

El alemán no es un idioma que se aprende en “la calle”. Aquí existen opciones para que los extranjeros estudiemos alemán a costos razonables y en la actualidad dedico una buena parte de mi tiempo a su aprendizaje. Lo vivo como una oportunidad de oro, pues considero que recibir clases de un idioma a los treinta y nueve años es un lujo.

Reconozco que mi formación previa me permite aprovechar al máximo este curso de alemán. Por eso, estoy agradecida por mi recorrido académico y mis educadores, desde mi maestra de castellano de quinto grado hasta mis profesores universitarios en Venezuela.

Mi estatus migratorio es el de cónyuge de un ciudadano comunitario, lo cual me autoriza a trabajar. Además, durante mis años en España homologué mi título universitario y esto me facilita el ejercicio de la Psicología en Alemania.

En el aspecto legal, la tramitación ha sido fluida, pues, aunque suele ser laboriosa, los papeles (sanidad, escolaridad, etc.) estuvieron listos apenas transcurridos los primeros seis meses de permanencia.

Con respecto a nuestra hija, afirmo que se ha adaptado bien y su avance en el idioma es muy satisfactorio.

Alemania es diferente, en cuanto a las costumbres, a nuestra raíz latina, incluida España. Sin embargo, curiosamente, a pesar de la barrera del idioma, he sentido que es mucho más fácil ser extranjera en este país.

Lo anterior obedece, tal vez, a que los alemanes sobresalen por su cortesía y tienen reglas claras. De modo que, si estás dispuesto a cumplirlas, todo se vuelve bastante sencillo.

Asimismo, algunos aspectos de la vida cotidiana, como ser un buen vecino, planificar las actividades, cumplir con las normas básicas de convivencia, simplemente son parte de mi manera de actuar y de vivir.

Pese a ello, echo de menos la espontaneidad venezolana y la cercanía de la familia.

Por mi profesión, debo tener una sobresaliente capacidad comunicativa para trabajar en mi área. Así que decidí, antes de emigrar, que energizaría mi proyecto www.contratransferencia.com, como un espacio virtual con recursos terapéuticos en línea para personas, parejas y familias que han emigrado.

Sé que mis posibilidades laborales se ampliarán cuando domine el alemán. No obstante, me gusta mantenerme activa trabajando en español para el público hispanoparlante.

Describe tu situación actual

Hoy en día, comparto mi tiempo entre el aprendizaje del alemán, la consulta en línea y el grupo de acompañamiento en línea para mujeres migrantes.

La experiencia migratoria me ha tocado profundamente como ser humano y, al convertirme en madre, la consciencia de construir una familia multicultural y transnacional me acompañó desde el principio.

Aunque soy bloguera desde el 2005, fue en el 2009, con mayor conocimiento, cuando me decidí a escribir sobre psicología y migración.

Desde entonces, escribir y compartir información sobre psicología transcultural se convirtió en un propósito: servir como referencia en salud mental y emocional para familias que han vivido la emigración por diversos motivos.

En esta etapa, creo que, poco a poco, voy enriqueciendo ese espacio virtual.

Cuando escribo en mi blog y en mi cuenta en Instagram tengo presente que la experiencia migratoria dependerá en gran medida del modo en el que asumamos el proceso personal y familiar.

De hecho, una familia puede vivir la migración como un trauma doloroso cargado de duelos, pero también puede demostrar su resiliencia. Lo cierto es que este proceso potencia el crecimiento personal y familiar cuando vivimos la transición familiar de la migración de forma consciente y amorosa.

Por otra parte, durante esta etapa, numerosas personas enfrentan las típicas crisis vitales que todos experimentamos en algún momento: cambios de empleo, crisis de pareja, dificultad para comunicarnos con los hijos…

Por consiguiente, necesitamos, a veces, sentir que la persona a quien escogemos como psicólogo no solo sea un excelente profesional (que, por fortuna, los hay en todo el mundo) sino que, además, comparta nuestro idioma y el marco de referencia cultural.

Lo antes expuesto ha influido en la forma en la que asumo la consulta en línea y en el grupo de apoyo en línea para mujeres migrantes.

En efecto, ese grupo constituye un lugar de encuentro para quienes están en diferentes fases del proceso migratorio y desean profundizar en varios temas, como duelo migratorio, crianza multicultural, pareja multicultural, parto y puerperio en otro país, adolescentes multiculturales y fortalecimiento de los vínculos en la distancia.

¿Comparte tres estrategias básicas que recomendarías a las personas que están planificando un proceso de emigración?

Las tres estrategias claves que recomendaría son las siguientes:

1. Flexibilidad. Quienes emigramos necesitamos imaginar el proceso completo, desde el embalaje de las primeras cajas hasta que se tiene un nuevo trabajo en el país de destino. Sin embargo, hacer planes rígidos entorpece las tareas en general y es fuente de sufrimiento para las partes comprometidas. El ser flexibles nos ha dado a nosotros buenos resultados al escoger una vía que nos permitiera salir del país e instalarnos en otro con fluidez y armonía.

2. Solidaridad, sobre todo cuando emigramos en pareja. Personalmente siento que, al emprender este gran viaje de la vida, el amor de pareja será condición necesaria, pero no suficiente. El descubrir que las personas que te rodean son solidarias te fortalece, es como estar rodeado de magia y comprensión, independientemente de nuestro origen. Sobre esto he escrito unas cuantas veces y creo que así lo refleja este post que le dediqué a mi esposo hace algún tiempo y que para mí sigue vigente.

3. Acompañamiento. Si emigras con niños, acompáñalos de forma consciente. Las transiciones familiares de la migración nos llevan a la construcción de una identidad familiar transcultural. Que los hijos puedan vivir una experiencia enriquecedora dependerá de cómo los acompañemos en su proceso.

Como psicóloga y madre, he escrito bastante sobre las despedidas de los niños, el ingreso a una nueva escuela e incluso cómo manejar la crianza cuando la familia se separa temporalmente durante el proceso migratorio.

Se trata de asuntos que afectan a la familia transnacional y, al exponerlos, se conjugan mi formación en terapia familiar, mi experiencia como mamá en una familia que ha migrado y mi proyecto profesional.

En resumen, esas son cuestiones de las que hablo en detalle en mi blog y mis redes sociales.

¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia de haber emigrado?

Lo único que cambiaría sería adelantar los trámites para la homologación del título, los cuales inicié un año después de haber llegado a España, pues pensaba que no era urgente.

Ahora recomiendo que cualquier trámite legal, aunque no parezca “urgente”, debe ser atendido lo más pronto posible. Un día aparece una gran oportunidad y ese “papel”, guardado en la maleta para cuando tengas tiempo, pasa a ser muy importante.

¿Te has planteado regresar a Venezuela?

Lo he hecho antes, cuando regresé a Venezuela y permanecí allá desde el 2013 hasta el 2015. Y aseguro que fue una experiencia poderosa.

Pese a la posición de aquellos que ven el retorno como un fracaso, yo no lo percibí de esa manera. Por el contrario, me sentí agradecida al comprobar que seguía teniendo un lugar en mi país, que era arropada y protegida por mucha gente que me ayudó a recomenzar y resulté empoderada para tomar la decisión de venirnos a Alemania.

Consulté con un buen número de personas antes de volver a Venezuela a finales del 2012 y recibí un apoyo auténtico hasta con muchos dispuestos a abrirme sus puertas.

Cuando pienso en mi retorno, lo veo como un tiempo en el que recuperé energía e impulso para tomar el siguiente rumbo.

Por esa experiencia personal, sostengo que todo inmigrante considera la posibilidad del retorno, pues en nuestra dinámica existen dos países: el de origen y el de residencia.

Por consiguiente, los motivos a lo largo de la existencia para plantearse el retorno son innumerables y cada quien lo vivirá de acuerdo con su propia historia; pero todos debemos aprender a aceptar la idea de que el retorno no tiene que ser, a priori, un fracaso. De ahí que juzgarlo de entrada como tal es construir un fantasma angustioso.

En mi tiempo presente, esa opción, que parece lejana en mi vida, quizás reaparezca en el futuro.

Más información en el blog aquí >>

Testimonio publicado el 28 de febrero de 2016.

 

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