Liz Izquierdo, bióloga desde Australia

«Debes aprender que tú eres el que llega, así que debes adaptarte».

Profesión: Biólogo Molecular.
Edad: 38 años
Ciudad/ País de origen: Caracas, Venezuela.
Fecha de salida: Noviembre, 1990.
Ciudad/ País de destino: Inicialmente México y luego Suecia. Actualmente Australia.

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¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Inicialmente salí del país porque conseguí una beca de una institución gringa para hacer un doctorado en México. Tenía año y medio de graduada de biólogo (UCV) y quería hacer un postgrado.

Traté de hacerlo en el país, pero, al momento de aplicar, todas las instituciones habían cerrado el proceso de selección para ese año, así que empecé a buscar opciones.

De esa manera, y después de un proceso de selección que duró unos cuantos meses, logré una beca de una institución gringa para hacer un doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la ciudad de México. Cuando me fui tenía en mi mente muy claro la idea de regresar.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Cuando me fui no fue difícil decidir. Viajar me encanta desde que tuve 15 años y soy muy independiente. La idea de no volver fue madurando poco a poco. Me di cuenta que podía vivir en muchos lugares si tenía dos aspectos cubiertos (o al menos uno): pareja y trabajo.

Lo difícil es balancear entre lo que ganas y lo que pierdes. La decisión de irse tiene un costo. Es maravilloso saber que perteneces al cielo que te cobija, estés o no de acuerdo con la manera en que se vive. Sin embargo, una de las cosas que mas ayudó a la idea del no regreso, fue la falta de oportunidades de trabajo en Venezuela.

Los académicos no ganan mucho en Venezuela. Además, no tengo bienes o familia con dinero. En Venezuela tienes que tener un sueldazo para tener un nivel de vida decente. Además, siempre necesitas el contacto para entrar en muchos trabajos.

Podría haber soportado la idea de bajar mi nivel de vida, si al menos no hubiese tanta inseguridad y tanta burocracia que te permitiera hacer tu trabajo en paz.

¿Por qué seleccionaste el país o ciudad de destino?

Apliqué para irme a México porque el instituto al que quería ir era (probablemente aún es) uno de los mejores de América Latina en Ecología. Yo conversé con investigadores. En ese momento existían posibilidades para ir a estudiar a Brasil, Costa Rica y México.

Australia: Inicialmente vine a Australia por razones de trabajo y me quedé casi un año. Me fui y regresé un año y medio después por razones personales. Sin embargo, esas razones han cambiado drásticamente.

Acá se vive decentemente, quiero decir, con un sueldo de académico contratado puedes tener una vida decente. Con eso quiero decir: comprar una casa o pagar no más del 30% de tu salario en la renta de un espacio decente, puedes planear vacaciones, ir al médico y salir a comer fuera frecuentemente.

Por otro lado, no tienes que vivir encerrado, rodeado de rejas por el temor a que te van a asaltar o a quitar la vida por un par de zapatos, o vivir con la paranoia de cerrar el carro porque te lo pueden robar. La gente no anda armada. No hay muchas diferencia de clases. Digamos que la mayoría de la gente es de clase media.

Describe los primeros tiempos

Yo nunca me cuestioné antes de irme lo que implicaba ser extranjero. Recuerdo que cuando estudiaba en la UCV y oía quejarse a los chóferes de la ruta Carmelitas-Cementerio (línea roja), que en su mayoría eran españoles-canarios o portugueses, me daba una rabia y pensaba «por qué no se van, qué hacen acá».

Mi primer país fue México, y uno pensaría que somos muy parecidos porque somos latinos y hablamos la misma lengua, pues, eso no es cierto. Creo que el primer año que pasé en México fue el más difícil de mi vida.

La adaptación: entender que eres diferente, que hay una idiosincrasia venezolana, que México y Venezuela son culturas diferentes y que debes aprender que tú eres el que llega, así que debes adaptarte. Además, lleva tiempo hacer tu círculo social, usualmente un año es el tiempo mínimo.

Darte cuenta que los amigos no están a la mano, que no puedes llamarlos por teléfono y decirle «nos vemos al rato». De nuevo, es importante el balance, quiero decir, te debes adaptar, pero, al mismo tiempo, no dejar de ser y de pertenecer a lo que eras antes.

Yo soy flexible y acepto otras culturas y comparto, pero, al mismo tiempo, mantengo mis diferencias y mi idiosincrasia. Soy una mujer independiente, latina y del Caribe.

Describe tu situación actual

Yo tengo un contrato como «postdoc» (investigador) por 3 años, en Biología Molecular de Sorgo (Ingeniería Genética). Trabajo en la Universidad de Queensland, en Brisbane, Australia.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

No me arrepiento, vivir en otros países y conocer otras culturas me ha proporcionado una experiencia muy rica. He crecido mucho como persona y he aprendido lo que es la tolerancia cultural.

Creo que si de antemano hubiese sabido las razones por las que me quería ir, hubiera planificado una mejor estrategia que me hiciera la vida mas fácil.

¿Piensas volver a Venezuela?

Creo que no. No me acoplo a la cotidianidad venezolana: llegar tarde todo el tiempo y como si nada pasara, sentir que la gente quiere todo fácil, que la palanca es el eje que mueve todo.

Me molesta la violencia y los valores trastocados de una inmensa mayoría en el país que vive en condiciones infrahumanas, sin dignidad, pero intenta tener o envidia el televisor pantalla grande, el carro, la ropa, etc.

Sólo pensaría en volver si: 1) tuviera suficiente dinero como para poner un negocio propio de jardinería, plantas, flores o turismo ecológico; 2) tuviese un cargo académico bien pagado, que me permita tener un nivel de vida aceptable; 3) si pudiese comprar una casa o terreno en la provincia, un poco alejada de la violencia urbana.

Testimonio publicado al 16 de noviembre 2001

 

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