Ana Valdez, estudiante desde Barcelona, España

Barcelona, España

«Andas en la calle sin miedo»

Profesión: Estudiante.
Edad: 30 años.
Ciudad/ País de origen: Barcelona, Venezuela.
Fecha de salida: 5 de agosto 2002
Ciudad/ País de destino: Barcelona, España.

Testimonial de migración Ana Valdez desde Barcelona, España

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Muchas razones, principalmente porque estaba concretando planes de matrimonio y, después de pensarlo muy bien, mi novio para entonces y yo decidimos probar y hacer una familia fuera de esa inseguridad social y física que actualmente tiene Venezuela.

Mi actual esposo, para ese entonces novio, nunca había vivido allá y no estaba acostumbrado a ese nivel de vida de nosotros, el peligro de la delincuencia, el tener que caminar mirando hacia atrás todo el tiempo.

Las veces que fue de visita, el solo hecho de salir de un banco de cambiar dinero era un estrés total. Sumado a todo eso: el actual índice de desempleo. Sabíamos que era muy difícil dejar una estabilidad laboral en su país por algo incierto.

Para colmo, en los días en los cuales estábamos decidiendo, se presentó el famoso 11 de abril y el principio del fin de la democracia.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Dejar mi estabilidad académica y económica, ya que tenía prácticamente mi futuro asegurado, una carrera casi lista, mis cosas, mi casa, una vida cómoda y desahogada.

Así como dejar a mis abuelos (prácticamente es la única familia que tengo en Venezuela, casi todos están fuera), mis amigos de toda la vida, mi entorno conocido, mis calles, el calor humano del venezolano que no se encuentra en ningún lado.

¿Por qué seleccionaste Barcelona como ciudad de destino?

Porque mi esposo es catalán, tiene toda su vida aquí y su estabilidad, la facilidad del idioma y el hecho de que estaría completamente legal sin problemas de identidad, como hubiese pasado si hubiese elegido otro destino.

Anteriormente había viajado a países europeos, aunque a España no, pero ya sabía más o menos lo que encontraría.

Describe los primeros tiempos

Difíciles, duros, críticos. Recuerdo que el día de mi llegada ya tenía ganas de volver, y eso que llegué con comodidad, ya que mi esposo tenía rentado el apartamento y no tuve que dar golpes por ahí como muchos compatriotas lo hacen.

No estaba forzada a trabajar en lo primero que encontraría y tenía la facilidad de muchas cosas, sobretodo de alguien que habla catalán. Ellos son ellos y esto no es España, te dicen a cada rato. El español se habla en la España profunda, dicen.

Recuerdo la primera vez que entré a un McDonald’s, cuando vi los avisos de pedidos y me encontré con esas palabras de las que no tenía ni idea (amanida, begudas), salí enseguida. Al igual me pasó cuando el día de mi llegada salí a comprar una hamburguesa y me sirvieron pan canilla con jamón, pensé «esta gente esta loca».

Otra cosa era el entorno, veía todas las calles iguales y me sentía como que no había caminado nada a pesar de haberlo hecho. Cuando entré la primera vez en el metro no sabía ni abrir el vagón, porque este no es como el de Caracas, aquí tienes que halar una manilla para abrirlo y nadie te indica nada.

El mal olor de la gente me tenía paranoica, sentía que tenía mal sudor siempre, a cada rato me revisaba, porque no se bañan, así que si desean venirse tráiganse bastante Lady Speed Stick (desodorante).

También tienen que acostumbrarse a lo groseros que son, a cada rato diciendo que se «ca… en Dios», ¡que falta de respeto! No sé como en un país donde supuestamente son tan católicos y en cada cuadra hay una iglesia, son tan vulgares.

Otra cosa es el clima, un frío espantoso, así que aprovechen de bañarse en todas las playas que puedan porque aquí son malas y aún cuando es verano jamás se podrán comparar a las nuestras.

Todo tiene sus pro y contras, prepárense para ver a cada quien con su tabaquito en la calle. Esto es un libertinaje espantoso y si traen adolescentes empiecen a hablarles desde ahora de las drogas y a educarlos.

Nosotros tendremos delincuencia, pero aún gracias a Dios no hemos llegado a esos extremos.

No se vayan a espantar cuando vean a cada rato los homosexuales de manos agarradas y dándose besos en las calles, este país está minado de ellos, aunque no tengo nada en su contra, al contrario los considero muy valientes, es un mal ejemplo para los niños que aún no han definido su conducta sexual.

La TV es ¡malísima!, solo viven del chisme y pendientes de la vida de todo el mundo. Los juzgados están llenos de demandas de injurias, así que olvídense de nuestro tipo de TV. Nuestra amada Navidad: ¡olvídenla! Aquí las calles parecen un desierto, no encuentras nada ni a nadie en la Noche Buena ni Fin de Año.

No se oye música y a las 8 provoca irse a dormir. Claro las discotecas full, pero un desastre. En fin de año fuimos a una y se prendió tremenda pelea y luego dicen que somos el tercer mundo, jajaja.

Esta gente tiene el racismo a flor de piel. Se les olvidó como Venezuela y Argentina, principalmente, les «mataron el hambre» durante la post guerra, cuando llegaron con las maletas de cartón porque no tenían ni para eso, aunque suene duro decirlo así.

En Madrid ya están devolviendo a los sudamericanos, escogen al azar quien entra y quien sale, como una ruleta, juegan con la gente como si ellos fueran dioses y tu un esclavo. Así será que el gobierno tiene una campaña para la adaptación y convivencia con los inmigrantes, porque así tu vengas por estudios lo eres.

Los catalanes son un poquito más educados, aunque más desconfiados, pero si te quieres integrar y aprendes el dichoso idioma te irá mejor. Afortunadamente el curso es gratuito para inmigrantes y a la hora de los trabajos te lo piden.

Bueno, como no todo es malo, les diré que la seguridad es lo mejor. Andas en la calle sin miedo, los carros no tienen alarmas ni tantos métodos de seguridad, los servicios médicos son de primera, y como dice el comercial, eso no tiene precio.

Describe tu situación actual

Acabo de regresar de Venezuela, estuve unos meses por arreglar papeles de estudio y de visados. Ya me dieron el número de NIE, el número de identidad de extranjeros. En una semana tendré el carné, estoy homologando mis papeles en el Ministerio de Educación y ya estoy por inscribirme en la seguridad social.

De trabajo nada aún, hasta que no me den el permiso. Aquí se aprovechan de ti cuando no lo tienes, quieren pagarte tres lochas y reventarte. Veo como amigos sufren eso, pero no se desaniman.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

Sí y no. Sí porque hubiese ido a otro país con menos racismo, y no porque al ver como está mi país veo que cada día es más duro comenzar una familia. ¿Que haría de distinto? Prepararme psicológicamente un poco más para lo duro que es vivir fuera, porque una cosa es vacaciones y otra el ser inmigrante, como te dicen aquí.

A los que estén pensándolo les recomiendo que pasen mucho tiempo con sus seres queridos y amigos, que caminen mucho por sus calles y sus ciudades, bailen bastante y coman todos los chocolates que puedan, porque los de aquí son pésimos; pero que al final de todo, vale la pena el cambio.

Cada quien sabe lo que es y a lo que viene y no tiene que estar demostrándole nada a nadie por darles gusto alguno. Que es duro, sacrificado, agobiante a veces, los famosos cinco minutos cuando te cuestionas el paso dado, pero «para atrás ni para coger impulso».

¿Piensas volver a Venezuela?

¡Por su puesto! No sé cómo hay quienes dicen que no lo harán. Me estoy tomando esto como una experiencia, Venezuela es la sucursal del cielo o por lo menos lo fue y no pierdo las esperanzas de que vuelva a serlo cuando esta pesadilla pase. Hasta mi esposo, que no es venezolano, está loco por irse a vivir allá.

Testimonio publicado al 01 de febrero de 2004.

 

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