Tanto los ricos como los pobres en Venezuela piensan igual

Esta bueno el articulo que enviastes, por eso es que Chavez esta donde esta. O sea hay que hacernos mucho la "porla";a a ver si se va.

John, Corocoro & Daniela,

Uds TRES, ampresentado el mismo diagnostico de la aporreada VZLA, "la CORRUPCION" y "La MENTALIDAD del vzlno".

OK, ya dieron el diagnostico. Ahora aunquecean den UNA solucion PRACTICA que podria corregir este gran problema en VZLA. Si ustedes tubieran en el gobierno que hicieran?

Uds tres son inteligentes, preparados y con experiencia del mundo. Ahora digan cual es el PRIMER PASO, solo UN PASO que tendrian que dar en Vzla para corregir la corrupcion. Digan una solucion practica, NO una idea filosofica.

Espero sus respuestas

Salud y Suerte

Despues de hablar tanta paj…. de los venezolanos (tu tierra) todavia dices "Saludos Cordiales"?

Por Favor…..

Miguel

el problema es que no hay recetas que corrijan tan facilmente esta situacion… te contare mi experiencia:
En 1991 nos mudamos con mi familia, padres, a un pais llamado Eslovenia, este pais fue parte de Yugoslavia y como habran de acordarse en esa epoca fue la division de este pais. Eslovenia se independizo de Yugoslavia pero no solo eso sino que tambien cambio de sistema politico y econonico, de un solo golpe paso del socialismo a la democracia. Seguramente ustedes estaran pensando que es un pobre pais por todo lo que les he contado hasta ahora pero se equivocan. Eslovenia es un pais chiquito con 2 millones de hab. de origen eslavo y germano, en general es un pueblo trabajador, honrado y organizado y fue un pais que "ojo" no vivio mal en el socialismo, aqui siempre hubo mucha segiridad social. El paso del socialismo a la democracia fue muy fuerte, dificil de aceptar pero lo logro, todas sus empresas fueron privatizadas y todas las propiedades del gobierno, el standard crecio y hoy en dia es el pais mas exitoso de los paises del bloque socialista. Hoy en dia es parte del a comunidad europea y poco a poco crece en todos los aspectos. No digo que sea perfectop porque la corrupcion tambien ha crecido con el capitalismo y la democracia. Porque estoy hechando todo este cuento? porque lo que quiero decir es que el pais esta surgiendo porque lsu gente esta capacitada, es un pais que dentro de cualquier sistema politico no vivira mal porque su gente se esforzara de cualquier modo de superar aunque sea en las peores situaciones. Es el pueblo el que hace a una nacion no sus riquezas y su presidente.
En Venezuela deberian criar a los ninos con otra mentalidad, otra manera de pensar; hay que ensenarles el valor del trabajo honrado y del respeto a los demas… yo no veo soluiciones rapidas, aqui no hay recetas de cocina… lo lamento.

Suerte y saludos

CANELA FINA
CHÁVEZ, EL CASTRISTA TRAMPOSO
¿Pero qué sé esperaban los ingenuos de la democracia y el Estado de Derecho? ¿Que Chávez iba a perder un referéndum organizado por él? Chávez es un castrista desorejado. Está rodeado por los cubanos de Fidel. El dictador caribeño ha enviado a centenares de expertos a Caracas con el fin de. adoctrinar a los chavistas sobre cómo hacer trampas. Los comunistas se carcajean de los demócratas. Creen que sus principios sólo son buenos para aprovecharse de ellos, burlarlos e instalar la dictadura marxista. Están contra la sociedad de libre mercado, contra la sociedad de la «libertad burguesa».
Yo no sé si Chávez, el nuevo caudillo, Dios santo, otra vez el caudillo, ha hecho trampas antes o después de la votación, si ha comprado los sufragios, si ha manipulado el censo, si ha intoxicado la informática, si ha adulterado los resultados, si ha coaccionado a la ciudadanía a través del control de los medios… De lo que estoy seguro es de que, en mayor o menor medida, ha hecho trampas. Vaticiné desde esta canela fina que ganaría. Aceptó las firmas y el referéndum, con mucho retraso, cuando los expertos de Fidel le garantizaron la victoria. En su ancianidad, el dictador cubano ha encontrado a quien financie sus desvarios. Antes fue la Unión Soviética, sobre todo a través del precio político del azúcar y la sangre cubana derramada en Angola.. Ahora es Chávez, que pagará en petróleo la subversión castrista y las guerrillas en Colombia, en América Central, en Perú, en Bolivia, en cuantas naciones sea posible, tendiendo además la mano para llevar del ronzal de Fidel a los presidentes de Brasil y Argentina.
Otra vez, pues, la ebullición autárquica en Iberoamérica. Cuando las dictaduras parecían superadas, con la excepción del tiranosaurio de Cuba, de nuevo se nublan los horizontes. La implantación o el intento de implantación de sistemas castristas traerá, como inevitable consecuencia, la reacción, atizada desde Washington, para derrocarlos con golpes militares. Y ya sabemos lo que pasa después. El médico llamado de urgencia -el atroz Pinochet, por ejemplo- se queda de cabecera durante años interminables.
Luis María ANSON de la Real Academia Española

MANUEL CABALLERO
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
Líder, ejército, pueblo. Aunque después de su muerte se tenga cierta tendencia a olvidarlo, el esquema de Norberto Ceresole sigue cumpliéndose casi al pie de la letra. Tal vez el presuntuoso argentino no hizo más que racionalizar ex posfacto lo que en forma más primitiva Hugo Chávez Frías ha concebido y en todo caso está llevando a cabo: la creación de un régimen personalista ("Dios, Bolívar y yo" ha dicho alguna vez: pero Dios está muy lejos y Bolívar muy muerto); con el Ejército Nacional convertido en la fuerza armada de Chávez, y detrás la masa informe, gregaria y sobre todo obediente: todos los elementos para un Reich de mil años ("La revolución llegó para quedarse"). Milenio aquel de Hitler que, dicho sea de paso, duró apenas doce años.
Estas notas tratarán de los tres elementos que hasta este momento hacen la fuerza de Chávez, pero no con un propósito descriptivo, sino para tratar de acercarse a una definición del carácter mismo del sistema que hoy se ha enseñoreado con el país. Y sin olvidar otro, la fortuna, que como decía Maquiavelo, comanda la mitad de nuestras acciones y que en el caso venezolano viene con el cuerpo todo ennegrecido por el petróleo caro.
De ti viene todo…
Así comenzaba un himno peruano hacia el año 1828, que terminaba ensalzando hasta la exageración más que al Dios de donde todo provenía, al dictador supremo del antiguo Virreinato, general Simón Bolívar. Pero independientemente de su origen, sirve muy bien para definir lo que el régimen busca sembrar en al ánimo popular, y lo que, en una buena parte de la población, es así recibido.
Para comenzar, Hugo Chávez Frías es, qué duda cabe, un líder muy popular, el caso típico del personaje carismático . Trataremos de decir qué significan ambas cosas, a comenzar por lo último. Para estudiar la aparición del líder carismático, más que la teorización de Max Weber, resulta útil recurrir a la visión, fruto de la experiencia histórica, de la práctica, que presenta Allan Bullock en su biografía de Hitler. Cuando se presentan los fenómenos de crisis, sobre todo económica y financiera, el efecto en la psicología popular es el mismo que cuando se produce un terremoto: la gente siente que a su piso lo mueven fuerzas que no puede controlar. Entonces, florecen los brujos, los milagreros, los mistagogos y hasta los extraterrestres : recuérdense si no, la cantidad de ovnis que comenzaron a verse en toda Venezuela a partir del terremoto de Caracas en 1967. La ciencia es derrotada por la magia.
De allí provino Chávez. Desde siempre, había un poso, un sedimento autoritarista y militarista en la sociedad venezolana: y esto entre los estratos más pobres de la sociedad, para quienes nada significaban los valores de la democracia. Esto se materializó en la increíble votación que, sin propaganda ni campaña, obtuvo en las barriadas caraqueños Marcos Pérez Jiménez en las elecciones de 1968.
Sobre esa base, la crisis económica de 1983 agravó las tensiones y amplió el espectro de las supersticiones políticas; y el deterioro del nivel y de la calidad de vida del venezolano a partir de entonces, hizo el resto: sólo bastaba que apareciese el personaje carismático, si posible con uniforme militar y arropado bajo la bandera semirreligiosa, fundamentalista, de Simón Bolívar.
Ese líder debía tener un lenguaje salvacionista; y descreer no sólo de todas las instituciones, sino de todo escrúpulo moral. Lo cual le permitiría una desenfrenada demagogia, decir a cada cual no lo que él mismo, Chávez, pensaba, sino lo que su auditor quería escuchar. "Los hombres no quieren que los enseñen a pensar, sino que le digan en quien creer". Esa frase de Gunnar Myrdal, el famoso economista sueco, ha encontrado un ejemplo resplandeciente en Venezuela, para darle asiento a la aparición del líder carismático.
Ejército oficialista
Ese líder carismático es militarista. Su filosofía proviene toda de su formación militar. De allí viene también su aborrecimiento de todas las instituciones civiles y en particular de la idea del sometimiento del poder militar al poder civil. Eso explica su odio al llamado "puntofijismo"; porque el famoso pacto firmado en octubre de 1958 es sobre todo eso: un dique contra el dominio militar de la sociedad.
Pero sucede que la Fuerza Armada es también una institución, que tiene sus propias reglas y su propia dinámica. Ella fue concebida por Gómez como la representante de la Nación en contra de los ejércitos regionales, partidistas, personales.
Por supuesto que era también un ejército gomecista: ¿acaso no era el Benemérito la Nación, como postulaban sus teóricos positivistas o los simples aduladores? Pero después de la muerte de Gómez, su sucesor, quien había sido el artífice en la institucionalización del ejército, buscó profundizar ese proceso hasta en el lenguaje ; comenzó a llamar al ejército "la institución castrense". Unas con otras, y sin que ese haya sido un proceso lineal (pues se rompió el 18 de octubre, el 24 de noviembre y también el 23 de enero) las Fuerzas Armadas habían permanecido fieles a esa tradición.
Al líder carismático no le conviene esa situación: no le interesa tener bajo su mando a un cuerpo armado que obedezca a una ley, a una educación, a una tradición y menos que nada, a una abstracción como puede serlo la Constitución: quiere y necesita una fuerza armada que sea fiel a su persona. Eso forma parte de un propósito más amplio: la repersonalización del poder. Desde 1936, y descontando el breve interregno de Pérez Jiménez (1952-1958), los venezolanos se habían ido acostumbrando a que quien los gobernaba era el presidente de la República.
Es decir, un funcionario electo y con un plazo determinado sin reelección inmediata y no el general Tal o Cual, autocrático y si posible vitalicio.
Eso es lo que Chávez quiere que se termine. Y se ha dado a la tarea, hasta el momento bastante avanzada, de regresar a la fuerza armada a la condición en que se encontraban antes de 1910, cuando se fundó la Academia Militar; la conversión en un partido armado, su partido armado.
Eso lo ha ido logrando por tres vías concurrentes si no simultáneas. La primera de ellas es tal vez la más vieja y la más eficaz forma de comprar lealtades: la corrupción. Ella tiene a su vez dos caras : el soborno puro y simple, y lo que podría llamarse el gobierno de los peores. Esto no necesita demostración. La corrupción administrativa no se cura con declaraciones rimbombantes ni buenas intenciones, sino con el control social e institucional. Chávez ha suprimido todos los controles para la fuerza armada.
Es un invitación al robo: "yo no le pido a Dios que me dé, sino que me ponga onde haiga", solían decir los gomecistas. La otra cara del soborno es la elevación a los cargos mayores a oficiales sin mayores méritos, pasando por encima de los más avanzados. Generales en jefe cuyas únicas batallas han sido contra el idioma o las buenas maneras, o gente que en una situación normal no pasaría de ser "ordenanza" para lustrar las botas del jefe o servirle de chofer a sus barraganas, hoy ostenta todos los soles o las estrellas posibles sobre sus hombros.
La segunda vía ha sido, por supuesto, la represión. Desde los tiempos de Pérez Jiménez no se veía semejante degollina en los mandos militares por razones políticas, semejante cacería de brujas de oficiales adversos al autoritarismo. En esto ha sido ayudado, es necesario decirlo, por la torpeza de algunos oficiales disidentes, los que protagonizaron la toma de la plaza de Altamira, que resultó, amén del ridículo, el pretexto soñado por Chávez para quitarse de encima una molestia.
Y por último, y esto no puede considerarse negativo, la buena cantidad de mandos y oficiales de diversa graduación que permanecen fieles a sus juramentos institucionales.
Resulta así una de esas ironías de la historia que eso, que es un elemento encomiable, sirva para soportar a un hombre para quien esos juramentos nada significan, que nunca ha tenido problema en deshonrar su uniforme con una felonía, como lo hizo en 1992.
"Pueblo chavista"
Si la frase va entre comillas es porque no es nuestra, sino de José Vicente Rangel, quien cada vez que lo enfrenta con un micrófono por delante pierde su aparente serenidad y lo llama de esa forma: no se siente atado por definiciones más o menos abstractas, por eso de "revolucionario", de "bolivariano" u otras zarandajas. No: lo que define para él a ese pueblo es su adhesión incondicional a un hombre, a un jefe, a Chávez, su alfa y su omega.
¿De dónde proviene ese "pueblo chavista" y sobre todo, cuál es su actitud? Aunque suene a perogrullada, proviene en primer lugar del vientre materno. Esto tiene su explicación: no se nos ocurriría bromear con algo tan serio. Es algo tan simple como inevitable: el éxito de las políticas sociales, en particular la salud, que fueron durante mucho tiempo el orgullo de los regímenes democráticos, hacía que su éxito fuese temporal, y sobre todo que le siguiese el fracaso: rápidamente era superado por el crecimiento poblacional.
Como lo ha demostrado la experiencia en todo el mundo, eso no se corrige con una planificación familiar desde arriba, eso que en la India y en China se ha intentado resolver con la vasectomía más o menos obligatoria o con la penalización de las familias numerosas. La única manera de contener el desbordamiento poblacional es elevando el nivel y la calidad de vida de la población. Para comenzar, haciendo posible que consigan empleos estables y productivos.
Ese sector depauperado de la población se encuentra inmerso en lo que hace años, solía llamarse "la revolución de las expectativas crecientes": su muy normal demanda de mejores condiciones de vida en un país que se jactaba de su crecimiento económico y que, durante algunos años, había sacado de la miseria a una parte no desdeñable y en todo caso la más visible de sus vecinos. Cuando la prosperidad venezolana llegó a su fin, las expectativas seguían creciendo, pero también la población y la sensación de fracaso se transformó en sensación de engaño, en un país que se seguía creyendo, y hasta llamando "el más rico del mundo". Eso llevó a lo que un grafitto entre irónico y esperanzado expresó proliferando en alguna barriada popular: "No queremos realidades, queremos promesas". Mientras más descabelladas eran esa promesas, eran más creídas por quienes querían creerlas, necesitaban creerlas. La tierra estaba así abonada para la aparición de un desmelenado demagogo.
Por otra parte, y a esto no le han dado suficiente importancia quienes se ocupan de estudiar los fenómenos sociales, está el peso muerto de una vieja tradición.
Es lo que hace muchísimos años, el muy conservador Gustave Le Bon llamaba el "pueblo de muertos" que cada uno de nosotros soporta sobre sus espaldas. Sucede que como ahora casi noventa por ciento de la población venezolana vive en los centros poblados, se llegó a creer que los campesinos habían desaparecido. Nada de eso: sencillamente se mudaron a la ciudad, y trajeron acá sus tradiciones: caudillismo, personalismo, compadrazgo. Bastaba que alguien suficientemente astuto recurriese a sus símbolos para rechazar la modernidad (el pueblito llanero, el cuatro, la abuela criadora de gallinas, las conservas de coco), para que saliese a la superficie lo que la urbanización parecía haber enterrado para siempre. De allí que sean tan exitosas las políticas sociales concebidas como dádiva, como limosna para resolver lo inmediato ("la papa") y desdeñar lo permanente, el empleo ("yo no quiero un trabajo; lo que quiero es un puesto"). De allí que haya sido tan exitosa la combinación de esa política con el personalismo ("Esta bolsa de comida te la regala Chávez").
Y por último el lumpenproletariat. No decimos que todo el chavismo popular lo integre esa franja, pero sí que forma su ala más dinámica, exaltada y premiada por el líder; y sobre todo, es la que más facilidades tiene para expandir el ejemplo de sus modos y sus modas, en un país donde tanto se celebra la viveza, al que "tira la parada" y donde se eleva a la categoría de héroes y mártires populares a simple azotes de barrio, y de héroes oficiales a salteadores de camino como ese Maisanta, cuatrero famoso a principios del siglo veinte.
Y no hay que olvidar que como lo constataba Hannah Arendt con su brillo habitual, mientras que en todos las revoluciones el pueblo busca sobre todo aumentar su representatividad, el populacho, o sea ese lumpenproletariat del que hablamos, sólo busca seguir a un líder.
La tiranía del espacio no nos permite un desarrollo mayor. Pero sólo queríamos recordar que todo lleva en sí el germen de su propia destrucción. El desgaste del carisma comienza a producirse cuando el líder no se impone por la fuerza de su presencia y de su verbo, y debe recurrir al ventajismo y al fraude electorales.
En un ejército donde se exalta la felonía y la traición, no existen fidelidades inconmovibles. Y el pueblo llega hasta un cierto punto en su fidelidad al líder, al demagogo carismático: las mismas puertas que sirven para entrar, sirven para salir.