Una compañera de circunstancias ha compartido conmigo este poema y me ha parecido muy meritorio hacerle un cariñito a esa condición que por ahora nos ha tocado vivir, cualquiera que hayan sido los motivos, es lo que somos allá en dónde nos acogen y el serlo tiene, sí como no, sus bemoles y sus ganancias y saber apreciar cada cosa en su justa medida será una cuestión de acitud; actitud que hay que educar porque no siempre será fácil, ni tenerla ni mantenerla…
Para todos nosotros, donde quiera que nos encontremos….
«Mirad: Un extranjero…» Yo los reconocía,
siendo niño, en las calles por su no sé que ausente.
Y era una extraña mezcla de susto y de alegría
pensar que eran distintos al resto de la gente.
Después crecí, soñando, sobre los libros viejos;
corrí, de mapa en mapa, frenéticos azares,
y al despertar, a veces, para viajar más lejos,
inventaba a mi antojo más tierras y más mares.
Entonces yo envidiaba, melancólicamente,
a aquellos que se iban de verdad, en navíos
de gordas chimeneas y casco reluciente,
no en viajes ilusorios como los viajes míos.
Y hoy, que quizás es tarde, con los cabellos grises,
emprendo, como tantos, el viaje verdadero;
y escucho que los niños de remotos países
murmuran al mirarme: «Mirad: Un extranjero…»
De José Angel Buesa.