Viendo 1 entrada (de un total de 1)
  • Autor
    Entradas
  • #289650
    Invitado MQI
    Miembro

    Adolfo P. Salgueiro // Día del Emigrante

    EN LA SEMANA que acaba de transcurrir nos enteramos que se celebró el «Día del Emigrante» que en nuestro país pasó desapercibido. Nosotros estábamos en Quito, Ecuador, donde el fenómeno de la emigración no es tan sólo una cuestión humana de gran trascendencia por el número de personas que han abandonado el país (casi 10% de la población) sino que asume una importancia económica de primer orden en la medida en que las remesas de los emigrados constituyen allá la tercera fuente de ingreso de divisas al país mientras que en varias naciones de América Central tales remesas son la primera fuente y por tanto factor decisivo de la economía nacional.

    En la emigración se conjugan la mala suerte para quienes se ven impulsados a abandonar su tierra en busca de mejores condiciones de vida, frente al beneficio que dicha emigración produce aliviando tensiones en economías incapaces de producir empleos y el ya indicado flujo de divisas que los emigrantes remesan a sus familiares.

    EN VENEZUELA LA FECHA pasó inadvertida fundamentalmente porque nosotros erradamente no nos percibimos como un país productor de emigrados sino, por el contrario, como receptor de inmigrantes.

    Sin embargo, a partir de hace ya casi diez años y más acentuadamente en los últimos cinco, nuestra patria se ha convertido en exportadora neta de seres humanos que toman la decisión de buscar oportunidades en otras latitudes. Quien esto escribe sabe de eso por que tres de sus cuatro hijos, todos profesionales, han elegido ese camino.

    La característica del emigrante venezolano, similar al argentino, uruguayo y chileno es que suelen formar parte del estrato intelectual más preparado de sus países, generalmente profesionales, técnicos altamente calificados, etc. muchas veces egresados del sistema de educación pública, lo cual constituye no sólo una descapitalización sino una desgracia nacional.

    BASTA COMPROBAR la presencia y calificación de centenares de miles de compatriotas que en forma legal o no residen en la Florida, en España o en otras latitudes para darse cuenta de la pérdida de talentos que viene sufriendo el país. Basta pasearse por algunos de los ghettos de la diáspora venezolana en los que muchos de nuestros compatriotas realizan modestas tareas mientras esperan su cuota del «sueño americano», la bonanza europea o la aventura australiana.

    Basta recorrer las sedes de los consulados de España, Italia o Portugal en Caracas y el interior para ver las colas de los que aspiran obtener su pasaporte de la Unión Europea para poder emigrar.

    Asimismo da orgullo comprobar cuantos jóvenes venezolanos en el exterior ocupan puestos de alta gerencia en empresas de importancia mundial, pero también da pena constatar como en algunos países europeos que por siglos drenaron su presión demográfica en nuestras costas ahora levantan un muro para excluir de su bonanza a los «sudacas» que no son sino sus descendientes.

    ES UNA VERDADERA lástima que las circunstancias actuales de nuestro país se traduzcan en un saldo negativo neto en la balanza del intercambio de personas, justo en el momento histórico cuando el talento se reconoce ya como el principal activo para el desarrollo de las naciones, más que las riquezas naturales; tal el caso de Israel o Japón que sin un solo recurso natural de importancia han logrado encumbrarse en los más altos niveles de vida del planeta.

    [email protected]

Viendo 1 entrada (de un total de 1)
  • Debes estar registrado para responder a este debate.