José Blanco, ingeniero, desde Pittsburgh, Estados Unidos

Trabajar en Estados Unidos

«Solo preparé mi pasaporte, mi visa de turista y estudié un poco de inglés, en caso de que algún día me hiciera falta todo esto».

Profesión: Ingeniero
Edad: 25 años
Ciudad/ País de origen: Caracas, Venezuela
Fecha de salida: mayo de 2003
Ciudad/ País de destino: Pittsburgh, Estados Unidos

Testimonial de migración José Blanco desde Pittsburgh, Estados Unidos

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Se me presentó una oportunidad en la empresa donde trabajaba en Venezuela que fue muy difícil rechazar. Yo no ganaba mal allá, pero, aun así, las posibilidades de ahorrar a mediano plazo para comprar un carro o una casa eran prácticamente inexistentes.

¿Qué fue lo más difícil de la decisión?

Recuerdo que era un jueves cuando me ofrecieron salir del país, exactamente el viernes de la semana siguiente. Por lo tanto, entre arreglar las cosas de mi empleo y las personales (entregar mi residencia, pagar deudas, etc.), no me daba tiempo de ir a mi casa y despedirme de mi familia, porque trabajaba en otra ciudad.

Solo un hermano fue a despedirme a Maiquetía. Tampoco estaba bien capacitado para las tareas que venía a cumplir aquí en Estados Unidos y tenía que aprender lo más rápido que pudiera, trabajando, incluso, los fines de semana.

Aparte de lo más obvio, como el idioma, mudarse a un país extraño y dejar a los amigos resultó muy difícil; pero traté de no pensar mucho en eso.

¿Por qué seleccionaste Pittsburgh como ciudad de destino?

Yo no los seleccioné.

Describe los primeros tiempos

Al llegar, alguien me recogió en el aeropuerto, me dieron dinero y me dejaron en un hotel. Como era fin de semana, salí a caminar por los alrededores para conocer. Era la primera vez que estaba fuera del país. El domingo me llevaron un carro, un mapa y la dirección de la oficina donde trabajaría.

El lunes salí muy temprano para no llegar tarde, en caso de que me perdiera. Cuando entré en la oficina, me recibieron unos americanos y me mostraron el lugar donde trabajaría: un cubículo para mí solo con mi nombre y del tamaño de la mitad de la oficina que ocupaba en Venezuela, con todo lo que necesitaba.

A las dos semanas, me fui en el carro a conocer Washington D.C. y, un mes más tarde, a Cleveland. El idioma fue lo más difícil, lograba entender casi todo; sin embargo, me costaba mucho hablarlo. La gente es muy decente y amable y espera ser tratada de igual forma.

Describe tu situación actual

El contrato en el momento de salir de Venezuela era por un año, pero la empresa decidió dejarme indefinidamente. Ellos me han resuelto todo, me buscaron un departamento amoblado y tengo lo que necesito y más. Al principio, estuve como en viaje de negocios, porque tenía visa de turista.

Así que no disfrutaba de seguridad social y sin esto aquí no existes, ya que no puedes abrir cuenta en los bancos ni sacar licencia de conducir. Tres meses más tarde, me tramitaron mi visa de trabajo, obtuve mi SS y todo lo demás se solucionó. Vida social no tengo como en Venezuela.

No obstante, he hecho buenos amigos en mi trabajo procedentes de cinco naciones diferentes. También conocí a un grupo de venezolanos, con el cual, aunque el número de sus miembros es reducido, me reúno de vez en cuando.

¿Te arrepientes de la decisión? ¿Qué harías distinto si pudieras repetir la experiencia?

En verdad, no puedo arrepentirme de nada. Todo lo contrario, por lo general me despierto todos los días y no puedo creer donde estoy. Mi vida ha cambiado increíblemente.

Yo nunca pensé en venirme. Solo preparé mi pasaporte, mi visa de turista y estudié un poco de inglés, en caso de que algún día me hiciera falta todo esto. Precisamente, eso hizo la diferencia y por esa razón estoy aquí. En un año, he reunido lo suficiente para un apartamento decente en Venezuela.

Esto allá me hubiese tomado unos 15 años. Aquí dejo el carro abierto y camino de noche tranquilo, sin estar mirando hacia atrás cada tres pasos. Además, en el trabajo me ha ido muy bien, lo que les ha abierto las puertas a más colegas en Venezuela, quienes (afortunadamente para ellos y desgraciadamente para el país) se vendrán pronto.

¿Piensas volver a Venezuela?

Siento que sí, pero no lo sé a ciencia cierta. Aquí dependo completamente de mi empresa y, en el evento poco probable de que me despidan o de que yo renuncie, pierdo todos los beneficios, incluyendo la visa. Por lo tanto, en estas condiciones es muy difícil saberlo, y de ilegal no me quedaría. Eso lo tengo claro.

En agosto haré la solicitud de residencia permanente por no dejar. Venezuela es mi país, allá está toda la gente que quiero. A veces, deseo salir a tomarme una cerveza con mis amigos, comerme unas arepas en mi casa e ir a la playa, y quisiera estar de vuelta.

Pongo, entonces, todo en una balanza y, por los momentos, se inclina mucho más hacia el lado de no regresar.

Creo que si ocurriera un milagro y un lunes amaneciera en Venezuela y dejáramos de tener 200 muertos semanales, el desempleo y la inflación fuesen bajos y, en vez de estar comprando armas, estuviésemos construyendo escuelas y universidades, entonces dejaría todo y estaría de regreso el martes, dispuesto a empezar desde cero.

Testimonio publicado al 04 de noviembre de 2005

 

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