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    Invitado MQI
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    La directora del Instituto Nacional de Estadística (INE), Carmen Alcaide, admitió ayer que en España residen en torno a un millón de extranjeros más de los que recoge el Ministerio del Interior como legales. La diferencia de cifras ya sabida -1.647.011 inmigrantes según la primera fuente, frente a los 2.672.596 extranjeros inscritos en el Padrón Municipal- obedece al criterio distinto seguido, ya que no es preciso contar con permiso y/o tarjeta de residencia o trabajo para apuntarse al Padrón.
    Interior ha aducido en reiteradas ocasiones que esta diferencia de un millón de personas no es tal, dado que muchos extranjeros se inscriben en varios lugares por lo que las cifras estarían infladas. Alcaide, con las estadísticas en la mano, desmonta esa teoría: «Las posibles duplicaciones son ciento y pico mil a lo sumo. En el INE llevamos tres años trabajando a fondo con gente especializada para evitarlo».
    El argumento lo matiza de forma precisa el monográfico «España, país de inmigración» del Colegio de Economistas de Madrid, que ayer fue desbrozado por varios especialistas, entre ellos la directora del INE. Este registro «no recoge con efectividad las bajas de los extranjeros que abandonan España» y si cambian de domicilio dentro del país «puede producirse una duplicación», pero añade que esa «sobreestimación se puede ver compensada en parte por el temor que, al menos inicialmente, los extranjeros sin permiso de residencia pueden tener a la hora de inscribirse en un registro de la Administración».
    Los estudios del monográfico, obra de 19 autores, concluyen que «una política restrictiva, como la actual, únicamente preocupada del control, acabará siendo un obstáculo para el desarrollo de nuestra economía».
    España tiene la fecundidad más baja de la UE y, desde hace tres años, se distingue por acoger el mayor número de inmigrantes (6,3%) -pisa los talones ya a Francia (7%) y Alemania, donde no llegan al ocho por ciento-. Este modelo de crecimiento demográfico exigirá, según el estudio, un flujo continuo e importante de extranjeros para mantener a largo plazo la población actual. Aun así, la inmigración no puede sostener algunos equilibrios esenciales «como la relación entre activos potenciales y personas mayores», ni es un elemento suficiente para solucionar el progresivo envejecimiento de la población española, sobre todo en las regiones más afectadas porque la distribución de extranjeros no es homogénea. Muy al contrario, son las zonas menos envejecidas las que acogen a la mayoría de inmigrantes.
    Fecundidad modesta

    El 10,44 por ciento de los nacimientos de niños que se produjeron en 2002 correspondieron a hijos de extranjeras, pero no se puede esperar que estas mujeres solucionen por sí solas la exigua fecundidad española, según el análisis. Aunque su aportación a la tasa global sea modesta, «no debe perderse de vista su contribución por vías indirectas», al cubrir nichos laborales como el servicio doméstico despreciado por los nacionales.
    Las repercusiones geodemográficas ponen de manifiesto que la inmigración es a la vez factor de equilibrio, desde el punto de vista economómico y laboral, y de desequilibrio, desde la perspectiva demográfico-territorial. No fue éste el único punto de coincidencia de un debate en el que se criticaron las políticas migratorias «refractarias», salió a relucir la «reforma laboral» provocada por la inmigración o las dificultades de integración de un fenómeno «corto, intenso y concentrado».

    http://www.abc.es/abc/pg040310/actualidad/nacional/nacional/200403/10/inmigracion.asp

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