Antes de tomar la decisión de partir es necesario informarse sobre las características socio-culturales del país de destino, para saber qué esperar y qué se espera del nuevo integrante de esa comunidad.

Ser un recién llegado – Un nuevo inmigrante

La idiosincrasia latina o hispana, a veces, puede chocar con la cultura del país receptor. Resulta completamente normal en un proceso de adaptación pasar por varias fases de cambios emocionales y de “cortocircuitos” con las nuevas realidades. Este proceso es conocido como adaptación intercultural.

El primer año suele ser el más difícil ya que se cambia de casa, de trabajo o de universidad y, en el caso de los hijos, se cambia de colegio.

Enfrentar retos

Además, se enfrentan otros retos. Por ejemplo, tal vez se deba mejorar las habilidades con los idiomas, o se tendrá que recibir algún adiestramiento especializado o cursos de nivelación para empezar un nuevo empleo, o se realizarán equivalencias para iniciar un plan de estudios.

Incluso, es probable que al principio se deba aceptar un trabajo inferior al de las expectativas iniciales del inmigrante.

Ser un “recién llegado” (newcomer) implica, con frecuencia, dejar atrás cosas a las que se estaba acostumbrado, lo cual puede generar ansiedad o temor, especialmente durante las primeras semanas. Estas emociones van cediendo una vez que se inicia el proceso de adaptación.

No perder la perspectiva

Para superar con éxito esta primera etapa, es importante no perder la perspectiva. Recordar siempre las motivaciones que llevaron a tomar la decisión de dejar el país de origen, sacarle el máximo provecho a las nuevas oportunidades que se presentan, tener una actitud positiva hacia el cambio y demostrar flexibilidad para aceptar y tratar de adaptarse a las nuevas condiciones.